POR LA: DOCTORANTE EN TANATOLOGÍA
MARÍA GABRIELA PÉREZ BECERRIL
Actualmente a nivel internacional desde el mes de diciembre de 2019 estamos atravesando por muertes masivas a causa de un virus altamente letal y contagioso llamado Covid 19; la sociedad y los gobiernos no tenían idea de la magnitud de lo que esto vendría hacer y las consecuencias que traería consigo. No es mi especialidad, ni mi materia hablar sobre dicho virus, pero es de resaltar los grandes cambios que este le trajo a la sociedad del siglo XXI, dicha sociedad estaba caracterizada por los grandes avances tecnológicos, las comunicaciones por medio de las aplicaciones universales de Facebook, Instagram, Whatts App, entre otras; individuos cada vez más despersonalizados e insensibles, pero comunicados, porque de inmediato te enteras en tiempo real de lo que sucede a kilómetros de distancia, lo que hacía que las noticias no tan verídicas circularan y otras si reales también.
Los especialistas referían que como sociedades cada vez había menos contacto personal, ya que era común ver un grupo de jóvenes o de adolescentes reunidos, pero cada uno absorbido por su dispositivo y en comunicación virtual entre ellos, pero, sin comunicarse entre sí, como normalmente hacíamos las personas de generaciones anteriores, cada vez más común ver gente que no leen libros físicos, sino virtuales, verlos caminando, cruzando avenidas pero completamente distraídos en sus teléfonos o tablets y qué decir de los vídeojuegos.
Resulta que llega la pandemia, arrasa violentamente con muchas personas ocasionándoles la muerte de forma sorpresiva y terrible, sumida en grandes sufrimientos físicos y ante una gran impotencia al no tener vacunas o medicamentos que la contrarresten.
Indudablemente que esto trajo un gran cambio, podríamos anteponer el calificativo de macrocambio, ya que las tecnologías tuvieron un boom mayor; primero para las noticias trascendentes de la evolución y desarrollo de la epidemia, después para las comunicaciones interpersonales, ya que la movilidad se vio restringida a guardarte en casa para no ser contagiado o contagiar; las compras, el trabajo, las reuniones, las escuelas, todo comenzó hacerse virtual, es más la religión también, ya que, a través de estas se realizan bodas, bautizos, comuniones, misas.
Y así es como se han llevado desde todo este tiempo la mayor parte de las actividades humanas, en el derecho ya estamos entrando a la época de los juicios virtuales, algo que no se veía tan próximo antes de la pandemia.
Y bueno, otro gran cambio para esta sociedad del siglo XXI es también, que ante estas muertes que son tan dolorosas, intempestivas, de muchos miembros en una familia trae consigo lo que actualmente se conoce como duelos de la pandemia, en donde desde otras implicaciones, la que hoy quiero resaltar es que las personas insisten que por la forma de que los cuerpos de sus familiares son entregados después de ser cremados y que no se les permite realizar los ritos funerarios acostumbrados durante siglos; es decir; velaciones de cuerpo presente, rezos, misas presenciales, el reunirse la familia y amigos para las despedidas; lo que las personas y los especialistas así como los medios de comunicación afirman que no se les está permitiendo cerrar los ciclos como se debe, que esto trae complicaciones al duelo y está creando grandes resistencias y rebeldías en las personas.
Sin en cambio; considero desde un punto de vista tanatológico, que ha llegado el momento de ver diferente a la muerte y como consecuencia sus ritos, es decir; esta sociedad del siglo XXI; debe actualizar de acuerdo a sus necesidades y circunstancias las formas de decir adiós a los muertos, esto no significa que no se haga, sino que se hace forma diferente.
Recordemos que el despedirse de alguien en la muerte es un acto personalísimo, la muerte es percibida de forma individual y única, por lo que la perdida que esta trae es diferente para cada persona, lo único que te une con los otros son los ritos en común, los cuales se hacen en grupo.
Otro factor detonante a esta problemática es que cuando el familiar ingresa al hospital ya no puede ser visto ni acompañado por nadie, sino que únicamente se dan informes por teléfono y por la misma vía les es comunicada la perdida de la vida, lo que genera que su negación y resistencia a la muerte detone, ya que no lo volvieron a ver y nunca se cercioraron de la evolución de la perdida de vida o y de su cremación.
Con esto sienten vulnerada la dignidad humana del que muere como la de ellos, lo que hace que se perciba este hecho desde una mirada más dolorosa y terrible. Sintiendo una gran incertidumbre del sufrimiento de su ser amado, y sobre si las cenizas entregadas serán de él.
Esto se debe en gran parte al mal manejo de la información que se hace a través de medios electrónicos, que en la mayoría de las veces hacen circular informaciones nada veraces y que lo único que ocasionan es crear confusión y caos.
Ahora bien, ha llegado el momento del cambio o evolución en la enfermedad, muerte y sus ritos, ya no podemos seguir con los antiguos patrones, porque nuestra dinámica de vida ha cambiado, porque necesitamos soluciones nuevas a situaciones nuevas, tenemos que permitirnos el cambio, soltar y adaptarnos a lo que tenemos y a lo que va surgiendo.
Lo complicado de los duelos muchas veces es esa resistencia a aceptar lo que se está viviendo y aceptar la finitud de los seres humanos, ya que esta es inevitable, llegará por Covid o no, pero llegará y tu ser amado o tú mismo dejaras de existir.
Lo mejor sería empezar a trabajar en concientizar a la sociedad independientemente de sus creencias religiosas, espirituales, morales o éticas a aceptar la muerte como parte del proceso de vida, tener presente que ella llega en cualquier momento y que ante eso no hay nada que hacer.
Aprender amarnos y cuidarnos, para estar en posibilidad de amar y cuidar al otro, de disfrutar siempre todos y cada uno de los momentos de nuestra vida al lado de los demás, pero que esos momentos no serán eternos, ya que la eternidad no es humana.
Si vivimos nuestra vida desde el concepto de que es efímera e incierta podríamos vivirla con mayor plenitud y trascendencia, entenderíamos que el fin de la humanidad es: nacer, crecer, desarrollar, reproducir y morir y agreguemos trascender, amar, disfrutar, sentir, soltar, permitir, y todo aquello que venga a tu vida es un aprendizaje y ese maestro que toca te enseñe trae muchas cosas para tu crecimiento.
Comentarios
En este caso puntual creo que la humanidad merecía una sacudida de este nivel o más, pues muchos ya se venían creyendo inmortales, intocables, superiores a todo, duele sí perder a familiares de esa manera, pero la Humanidad como un todo, necesita aterrizar. Pues ya son siglos de hacer daño a las criaturas de los demás reinos, el Vegetal y Animal. ¿Lo merecemos como raza?, Sí. Aunque cada caso individual obviamente que es una tragedia personal y familiar que merece también ser respetada.
El Hombre es y pertenece a La Muerte. Vive para morir, no debería por cuanto alarmarse tanto.
(Mi opinión personal)