MARIANA ALVARADO / ENVIADA ESPECIAL DE PRENSAMÉRICA
MILÁN ITALIA.- Las marchas que multitudinariamente protagonizaron organizaciones y movimientos sociales y obreros, dejó una lectura muy clara: los italianos darán su preferencia en las urnas a quienes se comprometan a mantener y defender la Constitución con la que se proclamó la liberación del yugo fascista y nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Así lo hicieron saber las más de 100.000 personas que el 25 abril recorrieron las calles de Milán, desde Porta Venezia hasta el Duomo, para conmemorar el aniversario 79 de la liberación de Italia, sometida por el yugo de Benito Mussolini, y pisoteda por el terror de la Alemania de Hitler.
La Marcha de la Independencia, como se la denomina, es considerada el testimonio vivo de la resiliencia del pueblo italiano, para afirmar sus valores de libertad, democracia y justicia, pero también en memoria de aquellos que dieron su vida para que esa nación pudiera renacer del horror y las cenizas de la guerra.
Con carteles y el uso de megáfonos, los autoconvocados gritaban con viva voz: “La Constitución es la conquista, ¡Viva la Italia antifascista!”; esto, en rechazo a grupos políticos que proponen, a partir de las elecciones que se celebrarán en junio próximo, elaborar varias enmiendas a la carta magna del País de la Bota.
Para quienes por primera vez participan de la marcha, resulta impresionante escuchar el fervor y la pasión con el que los asistentes entonan la canción “Bella Ciao”. Según dijeron varios de los asistentes, para ellos representa un himno, por lo que cantarla es un tributo a aquellos que sacrificaron sus vidas por la libertad y la democracia.
No obstante, Bella Ciao es también un recordatorio de los desafíos que enfrenta Italia en el presente. En un mundo marcado por la incertidumbre y la división, la canción sirve como un llamado a la unidad y la solidaridad, instando a los italianos a mantenerse firmes en la defensa de los valores que tanto les costó conseguir.
La marcha también se replicó en Roma y otras importantes ciudades del país, generando, en algunos casos, enfrentamientos entre opositores políticos, aunque sin ninguna trascendencia. Para muchos, participar en esta marcha fue acto de conexión con sus raíces, con la historia de su país y con el legado de sus ancestros. En un momento en el que el mundo enfrenta nuevos desafíos y amenazas, los italianos se reafirman en su compromiso de defender los ideales por los que sus antepasados lucharon.
Al final del recorrido, en la Plaza de la República, se llevó a cabo una ceremonia oficial en la que líderes políticos y representantes de la sociedad civil rindieron homenaje a los caídos y reafirman el compromiso de Italia con la paz y la democracia. Es un momento solemne, cargado de emoción y solemnidad, que sirve como punto culminante de una jornada dedicada a recordar y reflexionar. Mientras el sol se pone sobre Roma y la multitud comienza a dispersarse, queda en el aire un sentimiento de esperanza y determinación, porque aunque los desafíos puedan ser grandes, la historia de Italia nos recuerda que siempre hay razones para creer en un mañana mejor.