“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. (Paulo Freire).
En una región donde el desafío del aislamiento geográfico se suma a las dificultades económicas y sociales, las problemáticas que golpean nuestras escuelas son más que simples estadísticas. El acoso, el bullying, la discriminación, las altas tasas de suicidio, entre otras situaciones, son realidades que enfrentamos día a día, muchas veces sin saber cómo abordarlas o qué hacer al respecto.
Los antecedentes son desalentadores. Y en este sentido, la presencia del psicólogo/a en las escuelas es aún una rareza. Pues la falta de recursos, la resistencia de algunos sectores y el estigma que existe aún en la salud mental son solo algunas de las barreras que enfrentan estos profesionales.
Pero no todo está perdido. Pues también hay padres y apoderados/as comprometidos/as, educadores/as y futuros/as profesionales dispuestos/as a aprender, quienes nos recuerdan que aún podemos hacer la diferencia y encontrar soluciones reales y tangibles.
El 26 de abril, es reconocido como el Día Nacional de la Convivencia Escolar. Día que es necesario tomar como punto de partida para abordar los problemas que enfrentamos en nuestras comunidades educativas. A partir de esto, surge la siguiente pregunta: ¿cómo podemos avanzar hacia una cultura escolar que valore y promueva la convivencia y salud mental?
En este sentido, el/la psicólogo/a educacional se vuelve crucial. No solo como mediador/a en la resolución de conflictos, sino también como un promotor de programas y herramientas para toda la comunidad estudiantil. Pues recordemos que los/as docentes y apoderados/as también son piezas claves en el entorno escolar, por lo que es fundamental que reciban formación en educación emocional para poder gestionar de manera efectiva su bienestar emocional y el de sus estudiantes.
Por ello, es esencial que visualicemos un espacio donde la salud mental sea tan prioritaria como la salud física, donde se fomente la empatía, la inclusión y el respeto desde una edad temprana, ¿no sería este el primer paso hacia una sociedad más justa y equitativa?. Sin embargo, el desafío esencial es encontrar su lugar en un sistema educativo que sigue viendo la salud mental como un lujo, no como una necesidad.
El/la psicólogo/a educacional no solo aborda los aspectos de bienestar, convivencia y salud mental en las comunidades educativas, sino que también desafía las estructuras arraigadas que perpetúan la estigmatización de la salud mental. Su labor va más allá de la intervención, pues implica también un compromiso con la transformación de la cultura escolar, promoviendo un ambiente donde cada estudiante se sienta valorado/a y respetado/a.
Nos queda un largo camino por recorrer para llegar a una cultura escolar más inclusiva y saludable. Por ello es crucial que exista desde ya una colaboración entre todos/as los actores involucrados/as: docentes, directivos, estudiantes, padres y por supuesto el equipo de convivencia escolar. Es a través de este trabajo conjunto que podremos construir espacios educativos en donde se promueva el bienestar en todas sus dimensiones, donde la convivencia inclusiva y la educación emocional sean pilares fundamentales.
Así que, en este 26 de abril, mientras reflexionamos sobre la convivencia en nuestras escuelas, recordemos la importancia de abordar también el aprendizaje socioemocional y la salud mental.
Autor: Yinnia Alexandra Uribe Barrientos.
Estudiante de Psicología. Universidad de Aysén.