Profesor Evaristo Velasco Álvarez
Desde tiempos inmemoriales, la Feria Nacional de San Marcos ha significado la temporada en que el pueblo se entrega a liberarse del trabajo y a disfrutar de la vida. De hecho, se paraliza el comercio y la administración en dos días en que se conmemora el inicio de la Feria: el segundo o tercer sábado de abril (el más cercano al 25 de abril, día de San Marcos), y el día 1º. de mayo (con el pretexto del desfile del día internacional del trabajo).
El pueblo todo se volva en busca de la alegría, de distensionar su cuerpo, de desestresarse de la rutina diaria, de las deudas que le agobian, de los compromisos sociales que le aprisionan, etcétera. De tal forma que caminar por el espacio peatonal específico para llegar a los múltiples lugares de diversión, es casi imposible. De hecho lo lleva a uno la muchedumbre en vilo casi sin tocar el piso y en medio de un apretujadero extremo.
Las tardes de sol intenso permiten a los transeúntes disfrutar de la vista con muchachas de todas las edades en copas ligeras y ceñidas que no dejan casi nada a la imaginación, tanto en los andadores de todo el espacio ferial básico, como en el llamado “ISLA SAN MARCOS”, como en las corridas de toros, tanto en la Monumental (la plaza de toros más grande del mundo). Como en la tradicional plaza de toros San Marcos, como en las charreadas que se presentan en la Villa Charra.
Y por las noches, las veladas calientes abundan en chicas y jóvenes alegres, que se arremolinan en torno a una banda de música o una tambora, y en plena calle se ponen a bailar, dándole duro al desgaste de zapatos y de energías, fandangos que duran hasta altas horas de la noche e inclusive hasta la madrugada, cuando el sol nos enfrenta a la llegada del nuevo día.
Desde temprano, las mañanitas todos los domingos, que se festejan en el jardín de San Marcos, llenan de jolgorio el espacio, el cual se oye con claridad a varias cuadras a la redonda; y luego los niños se amontonan usando los tradicionales juegos mecánicos, en especial El Carrusel de los caballitos, la Rueda de la Fortuna, los Avioncitos y los carritos chocones; y a últimas fechas, juegos mecánicos en donde se pone en juego el aguante al temor de los juegos más atrevidos, como: El Martillo, La torre de King Kong, el Barco Pirata, y otros.
Y por el medio día y la tarde, no faltan los puestos de antojitos, en dónde destaca el puesto de los “hombres renegados”, quienes no quieren ser hombres y que preparan delicias como: enchiladas con pollo, mole poblano, milanesas, etc., de tal manera que encuentra usted, amigo lector, espacio para todos los gustos y capacidades de bolsillo. Sin olvidar puestos de aguas frescas, churros, pan de cerveza, tacos de todos sabores, y puestos con miles de cosas que es prácticamente imposible describir.
Y no nos olvidemos de las exposiciones tanto industriales como ganaderas, donde los rancheros adinerados ofrecen sementales de alta calidad y de razas puras, tanto en equinos, como en vacunos, como en ovinos y cunicultores. Palomos de razas tan variadas que se queda uno asombrado, así como porcinos y demás animales que nos alegran y alimentan de mil maneras. Y no podíamos dejar de menciona que en el Casino tenemos juegos para apostar tanto como queramos. Ruleta, Black Jack, Dados, Baraja, y tanas formas de divertirse o de perder o ganar fuertes sumas de dinero. Y por supuesto, los artistas nacionales e internacionales que nos deleitan en el llamado “FORO DE LAS ESTRELLAS”, en donde todos los días se presentan gratuitamente verdaderas personalidades de la música y del arte.
Así que asistir y disfrutar de la feria es tan grato que no podemos ni debemos dejar de ir y convivir en familia con muchas variedades. Ferias como esta, hacen ¡Que viva México!
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