ARTE URBANO
Colaboración especial de Enrique Herrera Carrillo
¿Cuantos de nosotros seguimos utilizando EL doble sentido, de las palabras soeces sin utilizar malas palabras? Como decía el maestro Salvador Flores Rivera: no existen malas palabras, solo malas interpretaciones o malas intenciones, se puede ofender a alguien sin decir una mala palabra, hasta con la actitud, pero el “ALBUR”, el verdadero albur, es un arte.
Como muchas cosas tradicionales de nuestro México antiguo, se han perdido las carpas, los teatros de revista, incluso el Burlesque, la música callejera, las peñas, los cilndreros, los mimos, los marioneteros y un sin número de iconos del arte que se gestaron en esta gran ciudad, algunos influenciados por otras culturas, pero en su gran mayoría, se crearon en México, como una identidad de riqueza cultural, basada en la necesidad de los citadinos de diversión, expresión propia y por supuesto por la ausencia de artilugios como la tv. Celulares y todo aquello que hoy sirve para distracción y entretenimiento. Que no existía aún o estaba lejos del alcance de la mayoría; como las primeras televisiones, había quien cobraba un peso para que los niños pudieran ir a ver las primeras series animadas, películas en blanco y negro o las todavía películas mudas, compitiendo con los cinemas.
En esa época surge una generación de faranduleros, muy creativos, que recogían el sentir del folklor citadino, en su forma de hablar y expresarse. Es aquí donde surgen personajes como LAS CUCARAS, CHAF Y QUELLI, PALILLO, CANTINFLAS, entre muchos otros famosos y no tan conocidos. Pero el más popular y sobre todo audaz, creativo y prolijo, fue el maestro CHAVA FLORES. Cronista urbano de historias citadinas, que lejos de ser aburridas y tristes, quedaron plasmadas en el folklor de la ciudad de México, regodeándose en el doble sentido, criticando a la familia mexicana, sus usos y costumbres, satirizando las fiestas en donde se tiraba la casa por la ventana, las bodas, bautizos, quince años y cumpleaños. Todo ello con una desfachatez picara y creativa, mezclando el albur y el doble sentido, tan clásico en los barrios de esta gran ciudad.
Describió también la vida cotidiana, la tienda del barrio, la bonita que lucía sus virtudes bajo el deseo de los que anhelaban su amor, así como canciones de amor y desamor, el interés de las mujeres, la casa de la vecina y su desastrosa higiene, el recién nacido metro de la ciudad de México, el jolgorio de los fines de semana y su sábado distrito federal, el retrato de la novia que le da a su amado como prueba di amor, los grandes sueños del mexicano de sacarse la lotería y no tener que trabajar nunca más, los niños que a través del juego de canicas terminan de pleito, los velorios y su popular forma de reunir a los que rodeaban al finado, los que andaban en busca de la fiesta para colarse, el mísero sueldo que recibía el trabajador y su contribución al hogar, las pulquerías y su muy sabroso chalchicotol, la trabajadora doméstica y el poder que adquiría en la casa de los patrones, los paseos por el parque para conseguir pareja, así como las sátiras que hizo a las películas de vaqueros, tan de moda en esa época.
Hay una que a mí me llamo mucho la atención, ya que en cierta ocasión que tuve la oportunidad de convivir con él, ya que alternábamos en una peña que se ubicaba en Félix Cuevas, donde tuve la ocasión de conocer a Chaf y Quelli, las Cucaras y muchos otros que, por temor a omitir a algunos, no enumero. Fue ahí donde en un intermedio, le comenté que era una canción muy bonita, infantil y que solo le conocía otras dos similares, el oso carpintero, el gato viudo y el tema en cuestión; CUENTO DE HADAS, me miro con asombro y note en sus ojos un brillo de tristeza, que me hizo sentir incomodo, ya que no imagine que mi pregunta causara esa reacción. Sin embargo, accedió a contarnos a los que estábamos ahí reunidos, ya que siempre queríamos convivir con aquellos a quienes ya les mencioné y el maestro chava, ya que era casi siempre una tertulia de bromas, por demás finísimas, cálidas y que causaban hilaridad por su ingenio y buen gusto.
Comenzó platicando que su situación económica no había sido de opulencia en algún momento, como buen artista, pero sobre todo a pesar de haber grabado tantas canciones y que otros grandes artistas lo grabaran también. A través de esto nos platicó que un día de reyes, no tenía dinero para los juguetes de sus hijas, estaba triste y acongojado por esta cuestión y no sabía qué hacer, en ese momento lo único que tenía era su creatividad y les escribió esta canción a sus hijas.
Una vez frente al viejo Castillo
Que es papá de los niños del seis
Nos sentamos a oír cuentos de hadas,
Espadazos y brujas también
Nos contó que una vez una reina
Su marido chambeaba de rey
En un cuarto muy triste lloraba
Pues la luz le cortaron antier.
Como el rey era pobre ganaba
Treinta míseros pesos al mes,
Por supuesto que no le alcanzaba
Para darse una vida de rey.
Y la reina lloraba y lloraba
Con un perro pulguiento a sus pies
Y de pronto se aparece un hada
Que ha dejado a la reina de a seis.
Como el hada era un hada moderna
Al perrito le echó DDT
Le prestó un paliacate a la reina
Y le dijo: -¿Por qué llora usted?
-¡Ay señora! yo lloro de pena
Porque es pobre, muy pobre mi rey,
Ni frijoles hay para la cena,
Sólo queda guisado de antier.
Pero el hada era muy comelona
Y se almuerza el guisado de buey
Y le vino un torzón por tragona
Salvadota que se ha dado el rey.
Ya la reina empeñó su corona
La varita del hada también
Colorín colorado ¡que cuento!
Yo por eso no quiero ser Rey
Poco tiempo después, partió de la ciudad de México, con rumbo a Morelia Michoacán ya no volvimos a saber del hasta que poco después del terremoto del 85, nos enteramos de su triste perdida.
Descanse en paz el mayor cronista de nuestra ciudad, cerro sus ojitos don CHAVA.
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