Por Teresa Valdés Betancourt.
Iniciamos el año con los mismos problemas sobre las violencias y sus diversas manifestaciones que destruyen la confianza social, Los datos sobre hechos conocidos impactan negativamente en el bienestar de las personas que lamentan la pérdida de seguridad y disminuyen el aprecio a las autoridades e instituciones de gobierno.
Estas circunstancias toman cuerpo y se mantienen desde etapas anteriores, al presentar la Fiscalía y órganos policiales mexicanos, estadísticas que anuncian una disminución de los homicidios dolosos que en mi criterio, forman parte de una victoria pírrica.
Quiero recordar que este adjetivo deriva de Pirros, un rey de la antigua Grecia quien consiguió dos victorias, donde su ejército sufrió graves pérdidas en la batalla.
Hoy los horribles datos constituyen trágico ejemplo. Hasta octubre de 2023, se registraron en México como promedio anual 35 041 homicidios dolosos, que según el Instituto Nacional de Estadística, constata una ligera tendencia a la baja, aunque suman en el Gobierno de López Obrador 142.421 homicidios dolosos, sin datos geo-referenciados, como si fueran solo hombres. Lamentablemente, de estos datos oficiales, solo el 30% de las muertes violentas de mujeres se contabilizan como un feminicidio.
Referirse a las violencias permite definir tipos y modalidades, escolar, doméstica, familiar, económica, patrimonial, política y de género entre otras, que están propiciadas por la desigual distribución de poder, inherente al desempeño de los roles de género masculinos y femeninos como se aprecian en la sociedad.
La violencia implica el concepto del uso de la fuerza y ejercicio de poder, así como cualquier manifestación de abuso físico y/o psicológico que se lleve a cabo en relaciones desiguales, especialmente frecuente, por la acciones de los hombres contra las mujeres.
Más de 3.000 asesinadas por año, así crecen las agresiones contra las mujeres más jóvenes. En los últimos años aumentaron los delitos sexuales contra niñas y adolescentes, en la modalidad de la violencia familiar, la trata y los feminicidios. Esta violencia feminicida, lejos de acabarse aumenta. La realidad es que la cultura machista sigue ahí, presente en la estructura político-social aunque los datos sean invisibles.
“Las autoridades quieren plantear que los feminicidios y las desapariciones están disminuyendo cuando los contextos de violencia que viven las mujeres son más graves y más complejos. Pero lo que no están haciendo es subir los datos adecuadamente para que no aparezcan en los registros”, denunció María de la Luz Estrada, directora del Observatorio Nacional del Feminicidio.
El nuevo 2024, también anuncia el desarrollo de la campaña electoral más grande de la historia de México, que también generará violencia política en razón de género, por la numerosa presencia femenina en las candidaturas políticas incluidas las mujeres aspirantes a la presidencia del país.
Mientas en el mundo se contabilizan las víctimas por los bombardeos de Israel en la Franja de Gaza o en los datos de las bajas en Kiev o en Moscú, México expone impunidad manifiesta: ¡Ni muertas las mujeres aparecen en las estadísticas de la violencia!
@ Letra Clara.
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