Teresa Valdés Betancourt.
Con la diferencia de horarios, millones de mujeres en diversas ciudades de México y del mundo, salimos a conmemorar el 8 de marzo. Significativamente, algunas desbordaron su enojo por la muerte o desaparición de una hija, una madre, una hermana o una amiga y lo demostraron con acciones violentas. No las justifico pero comprendo sus actitudes de impotencia ante la impunidad e indiferencia oficial, que se manifiesta en tardanzas de las carpetas de investigación ante las desaparecidas que no aparecen o las muertas que el tiempo las pasa al olvido.
Quizás la respuesta que encontraron las activistas indignadas ante quienes reclaman que se manchen las paredes o se queme una puerta de un edifico estatal, que representa al gobierno en silencio, fue el reclamo ante la muerte de tu ser querido, la joven de 15 años desaparecida o por el cuerpo de mujer hallado con muestras de torturas y violación.
La marcha fue extraordinaria. Miles y hasta millones de mujeres de todas las edades, eso sí, muchas pero muchas, jóvenes y adolescentes que anuncian con sus cantos y acciones, la firmeza de la ideología feminista y que sus luchas contra la discriminación, por la convocatoria de la igualdad social y política, por el reconocimiento de la diferencia, encuentran eco eficiente en esas muchachas que enriquecen el progreso social con su presencia activa y consciente de su responsabilidad ante el futuro cercan
Resulta significativo que se omiten los datos extraordinarios de la movilización y solo se resaltan los destrozos del enojo sin freno ante datos escalofriantes: En México, mueren al menos, 10 mujeres asesinadas cada día y el 95% de los casos quedan impune; el 45% de las mexicanas ha sufrido algún tipo de agresión o acoso sexual a lo largo de su vida, según una encuesta de Enkoll y la desigualdad adquiere matices inimaginables, según cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad, donde las trabajadoras mexicanas ganan entre un 13% y un 27% menos que los hombres por realizar las mismas tareas.
En numerosos estados de México, las mujeres inundaron sus calles con las mascadas y cintas de color morado, verde y ropas blancas , especialmente en las capitales de Colima, Cuernavaca, Oaxaca, Guadalajara Jalisco, , Monterrey, Veracruz, Puebla, Querétaro, León, Michoacán, Hidalgo, Tabasco, Cuernavaca Morelos, entre otros estados y también diversos países en el mundo.
Con sororidad, las organizaciones feministas muy organizadas se movilizaron. Los colores no eran arbitrarios, el morado por la conmemoraron del incendio de la fábrica de camisas de Nueva York 1911 y el nacimiento del 8 de marzo; el verde por el derecho a decidir y por la despenalización del aborto, mientras que el blanco, reclama la paz que necesitamos para seguí con vida.
Los contingentes femeninos fueron acompañados por familiares de desaparecidas y de las víctimas de feminicidios sin respuestas de las autoridades. Esta voz de muchas, será escuchada porque la sociedad dice: ¡BASTA!
@Letra Clara
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