¿En que Estado - Nación vivimos…?
Por Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda
Ante lo que ocurre en nuestra región, Latinoamérica, unida por tantos vínculos culturales y separada por otros, porque la conforman países que como conceptualizó a México don Luis González y González, son “multinaciones”; esa diversidad étnico-cultural es una riqueza indiscutible, pero una preocupación insoslayable es que, cada vez más, en los gobiernos de nuestros países actúan individuos que en general, parecen carecer de visión de Estado. Esta percepción no es exagerada, aunque así la escucharán algunos, y tal vez con justa razón; sin embargo, los hechos, tristemente, en muchos aspectos la confirman.
Esta afirmación pesimista es producto de un cuestionamiento que intentaré explicar, por lo mismo, debo empezar por tomar una definición de Estado, así con mayúscula por ser el nombre propio de un organismo legalmente instituido como una persona jurídica formada por una comunidad política, asentada en un territorio determinado y organizada soberanamente en un gobierno propio con decisión y acción.
El Estado es una obra humana constituida para atender fines sociales, por ende atañen a un colectivo humano, es decir, a los Habitantes, una estructura básica del Estado, en cuanto son miembros de una sociedad que se organizan para formar una comunidad política; las otras dos estructuras son el Territorio y la forma de Gobierno que el colectivo decide y está sujeto a un ordenamiento jurídico. Vale decir que una Nación está constituida por una población y un gobierno, mas podría estar en situación de no poseer un territorio, cual fue el caso de Israel, existía la nación judía, pero carecía de territorio hasta 1948.
Ahora bien, para actuar con visión de Estado, es preciso que la toma de decisiones sea con una planeación prospectiva, referida a la ciencia que estudia las causas y sus efecto, de aquellas que aceleran la evolución o involución de una sociedad, previendo distintos escenarios y situaciones; una toma de decisiones que se conjugarán con la empatía y sin desprecio por la seguridad de la población. Tal visión de estado involucra pensar en el futuro, pero no de corto plazo, de un periodo limitado en el poder, ni siquiera de una vida humana, sino del provenir de nuestros descendientes. La prospectiva es una herramienta clave de la visión de un estadista y en consecuencia, una persona que no tiene visión de estado, es común que actúe en base a engaños y hasta se le podría calificar de mentirosa compulsiva y de ahí las falacias manipuladoras, aunada a la incapacidad para cumplir las leyes o de tratar de manejarlas o dirigirlas en beneficio propio.
Actitudes de ese tipo no hablan de un estadista que se preocupa por el desarrollo sustentable del territorio y el impulso a la formación integral de la población; son individuos que en llegando al poder olvidan, lamentablemente, que la experiencia de una persona y su capacidad de resolver problemas son limitadas y es necesario superar con humildad ese escollo, desafortunadamente insalvable para quienes asumen que el poder los convierte en dioses infalibles.
Un político debe tener la capacidad de decidir trabajar por el bien público, de toda la población, y no dirigir su esfuerzo en poner a todos a trabajar por su bien privado, esa es la actitud del idiota, retomando el término desde su etimología griega: idiota de ἰδιώτης, de ἴδιος – idios, interesado en uno mismo, en lo privado y personal.
Alejándonos en el tiempo, para sustentar la idea de visión de Estado, citemos a Platón en República (Πολιτεία, 370 a.C.) su obra de filosofía política donde analiza la posibilidad del Estado ideal, dialécticamente fundado en la Idea del Bien como causa de todo ser y para ello, Platón exige que en la constitución y organización de un Estado haya sabiduría en los gobernantes y consentimiento de los gobernados, lo que exige una normatividad en doble sentido, donde se logre una convergencia de intereses públicos y privados.
Entonces, esta Idea del Estado, se entiende como el principio de la legalidad de un gobierno, desde luego, existen diferencias cualitativas y cuantitativas entre este planteamiento platónico y los Estados en la actualidad; sin embargo, son de tomarse en cuenta, ya que los principios siguen vigentes y serían aplicables para sanar de la enfermedad, esa de vivir pensando como idios, padecida por muchos gobernantes en los Estados de nuestra hermosa región Latinoamericana. Sabiendo, que el principio de la salud es conocer la enfermedad es necesario estudiar al enfermo -gobiernos y gobernados- y considerar el remedio más apropiado; para lograrlo habrá que empezar por la exposición de la realidad varia y cambiante, observar las causas de la enfermedad y sus efectos, sólo así lograremos avanzar hacia la mejora de las organizaciones políticas.
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