Profesor Evaristo Velasco Álvarez
Y vuelven los sentimientos de superioridad a aflorar en la población. A cuál más se siente ungido por la vida porque “mi abuelo era español…”; “mi tatarabuelo era francés…”; “en mi familia todos somos blancos…”; “Mi tío fulano era el único morenito de la familia…”, y tantas y tantas otras ¿RAZONES? Que pretendemos esgrimir para dejar claro que nosotros somos de una clase superior de personas; “no como esos p… indios…” Y la propia Iglesia Católica dando “SU AUTORIZACIÓN” para que todo esto se diera. ¿Y dónde quedaron las dulces palabras del Maestro de Galilea, de “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS”?
Y comenzamos a mostrar que hemos sido muy bien “amaestrados” al denostar, ofender, maltratar o ver como de “menor categoría” a aquellos, los dueños reales de México, que en realidad son superiores a nosotros, porque no tienen mescolanza en su familia. Ellos son indígenas de cepa, y no como muchos o la gran mayoría de nosotros, quienes somos el resultado de la “cruza” o mestizaje obligado o no, de los europeos con los no europeos.
Recuerdo que en la primaria nos enseñaron que había una clasificación muy al estilo del pensamiento de la “RAZA SUPERIOR” (1956), de la que hablaba Hitler, llamada “ARIA”, con componentes de: peninsular, criollo, mestizo, negro, mulato, indio, zambo, saltapatrás, y otros calificativos muy despectivos que eran utilizados por los europeos. A tal grado que era muy mal visto que alguien de los europeos o criollos se casase con alguien de “raza inferior”.
Todo lo anterior es para ubicarnos en cuanto a la intencionalidad que tienen las cartas que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador ha enviado al Rey de España y al Papa Francisco; ambos como los actuales representantes, uno de la monarquía que envió a lo peor que tenía en sus cárceles, a conquistar tierras, rutas y riquezas; y el otro representante de la curia papal, que dio su bendición y el “permiso divino”, para que viniesen a adueñarse de lo ajeno (vidas, riquezas y tierras), porque venían a “CIVILIZAR”. ¿Y desde cuándo alguien en la Tierra tiene el “derecho divino” de adueñarse de lo ajeno?
Así que ni el pueblo español es a quien se dirige la carta, porque el pueblo español tal vez sólo sea, como nosotros, víctimas del adoctrinamiento al que hemos sido sometidos por siglos, creyendo que los auténticos dueños de América no son los entonces habitantes, sino a quienes se les “autorizó” ¿divinamente? Y que con lujo de violencia destruyeron una civilización mucho más avanzada que la europea, tanto en ciencia como en desarrollo social y humano. Aquí las palabras de Bernal Díaz del Castillo, historiador de Hernán Cortés, quien declaró en su libro “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”: “Era sorprendentemente hermoso encontrarnos con una ciudad tan perfectamente trazada; con calzadas adoquinadas, con servicios de agua potable, de alcantarillado, de comunicación, que ya los tuviésemos en Castilla. Cosas mejores no veredes mío señor”…
Y aquellos vinieron a destruir a los 25 millones de habitantes (muchos más que los 4 millones de Castilla y Aragón), dejando sólo 5 millones entre 1492 y 1519. ¡Les bastaron sólo 26 años para diezmar de tal manera a los naturales dueños de estas benditas tierras! Y al papado se le está solicitando el desagravio porque “tanto peca el que mata la vaca, como el que le detiene la pata”. Aquí es cuando debemos hacer valer lo mencionado por nuestro egregio mexicano Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es las paz”. Ubiquémonos como mexicanos amantes de México, que queremos a nuestro país y a todo lo nuestro, para ¡Que viva México!
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