La semilla de lo que hoy es la conmemoración del Día de la Cultura surgió el 11 de noviembre de 1943, cuando el presidente Carlos Alberto Arroyo del Río fundó el Instituto de la Cultura Ecuatoriana.
Poco después, el 9 de agosto de 1944, el presidente José María Velasco Ibarra, a instancias de Benjamín Carrión, materializó ese proyecto mediante el Decreto Ejecutivo Nº 707: así nació formalmente la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), con el objetivo de fortalecer la identidad nacional tras la dolorosa derrota territorial de 1941. Carrión afirmaba con firmeza: “Si no podemos ser una potencia militar ni económica, podemos ser, en cambio, una potencia cultural”.
Tres décadas más tarde, el gobierno del general Guillermo Rodríguez Lara formalizó el reconocimiento de esta fecha mediante el Decreto Supremo Nº677 (o en algunos registros, Decreto Nº869 publicado el 18 de agosto de 1975), consagrando el 9 de agosto como el Día Nacional de la Cultura.
Hoy, debemos tener en cuenta que el Ecuador es reconocido constitucionalmente como un país pluricultural y multiétnico, donde conviven pueblos y nacionalidades con historias, lenguas, saberes y expresiones artísticas propias. Esta diversidad rompe la idea de una sola cultura y nos invita a entender la identidad nacional como un tejido vivo, hecho de múltiples voces y miradas. Celebrar la cultura en el Ecuador es reconocer y respetar todas estas formas de ser y de crear, garantizando que ninguna sea invisibilizada o subordinada, y que todas puedan florecer en igualdad y digni
La Unión de Artistas Populares del Ecuador celebra a quienes, con arte y pasión, hacen latir la memoria y la identidad de nuestros pueblos: artistas, gestores y trabajadores culturales pues su trabajo en barrios, comunidades y escenarios es resistencia y esperanza. Reafirmamos nuestro compromiso con la defensa y el impulso del arte y la cultura de todo el país frente a la mercantilización y el abandono de políticas culturales que garanticen su desarrollo; levantamos nuestra voz para exigir que se reconozca y fortalezca el trabajo cultural, como pilar de la memoria y la transformación social. Desde las plazas, las calles, las casas comunales y los escenarios improvisados, los artistas populares seguiremos creando, resistiendo y soñando un Ecuador más justo y digno.
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