El Clamor de la Autenticidad (Hablando sin filtros).
Seamos honestos: estamos hartos. Hartos de las fórmulas mágicas para el éxito, hartos de los gurús del coaching que nos venden la felicidad en un webinar de tres horas, y hartos de disimular que estamos bien cuando por dentro el motor está tronando.
El título de este artículo no es una grosería al aire, es un grito de guerra. Es el hartazgo transformado en la declaración de independencia más importante que puedes firmar: La de tu propia vida.
La felicidad, esa escurridiza mariposa que todos perseguimos, se ha convertido en una industria de miles de millones de dólares. Pero, ¿qué es la felicidad sino el simple y poderoso acto de hacer lo que te nace, lo que te da tu pinche gana, sin pedir permiso ni explicación? La felicidad no es un destino de postal en Bali, es una orden ejecutiva que te das a ti mismo, aquí y ahora, en el tráfico de la ciudad o en medio del deadline más pesado.
Dejemos de confundir la ambición (el querer más) con el propósito (el querer ser). El fin último de todo, desde el negocio que quieres levantar hasta la vida que quieres vivir, no es el dinero, ni los likes, ni el prestigio. Es la satisfacción profunda de saber que estás viviendo bajo tus propias reglas. Es ser feliz. Y para ser feliz, primero tienes que atreverte a desear sin censura.
El Yugo del ‘qué dirán’: La pinche cadena invisible
El problema no es que no sepas qué hacer; el problema es que sabes exactamente qué quieres, pero tienes más miedo a la opinión ajena que al arrepentimiento propio.
El emprendedor y la trampa de la "Felicidad Silicon Valley"
La era digital nos vendió una fantasía de éxito: el emprendedor veinteañero, tomando café orgánico, trabajando desde la playa y facturando millones. Esta es la trampa de la Felicidad Silicon Valley: la presión de parecer exitoso antes de serlo.
Hoy, la pinche cadena invisible no es un jefe ni un horario de 9 a 5, es el algoritmo. Es la necesidad de postear el crecimiento exponencial, de ocultar el fracaso y de seguir una plantilla de negocio que no tiene nada que ver con tu alma. Esta fatiga por la fórmula es lo que está quemando a la generación más creativa de México.
Dejas de hacer lo que te da tu pinche gana porque sientes que tu "gana" no es lo suficientemente cool, rentable o publicable. Quitas el pie del acelerador de tu verdadero deseo, porque crees que el modelo de negocio "correcto" es otro. ¡Mentira! El único modelo correcto es el que te permite levantarte motivado. Si tu negocio te hace miserable, ya fracasó, aunque gane mucho dinero.
el miedo al fracaso y al éxito: Rompiendo con el tlatoani interno
En México, cargamos con una pesada herencia cultural: el miedo al juicio social. Le tememos al fracaso porque significa decepcionar a la familia, a los amigos, y que Doña Cuquita, la vecina, tenga algo de qué hablar.
Pero, más peligroso aún es el miedo al éxito auténtico.
Si tienes éxito haciendo algo totalmente fuera de la norma (por ejemplo, vivir de crear memes, de enseñar a hornear pan o de vender artesanía fina), te conviertes en un blanco. El éxito fuera del guion genera envidia y exige valentía para mantenerlo. Es más fácil ser mediocre en silencio que ser auténtico en voz alta.
Debemos identificar y silenciar al tlatoani interno: esa voz de la duda, el crítico que usa la voz de tu padre, tu maestro o tu ex pareja. Ese tlatoani te dice que estás loco, que eso no va a funcionar, que "bájale dos rayitas". Tu tarea es decirle: "Ahorita no, joven. Estoy ocupado siendo feliz."
México y el deber ser: desafiar las expectativas
La sociedad mexicana, con todo y su calidez, es jerárquica y tradicional. Nos dicta que es una "vida decente": tener un título, un puesto fijo, casarse a cierta edad y comprar una casa. Desviarse de ese camino es, para muchos, una falta de respeto.
Hacer lo que te dé tu pinche gana en este contexto es un acto de rebeldía sublime. Es entender que tu felicidad no le debe nada a la tradición. Si tu felicidad es montar una food-truck de guisados gourmet en lugar de trabajar como contador, ¡a darle! Si tu felicidad es viajar con tu laptop en lugar de tener un escritorio, ¡nadie tiene por qué juzgarlo! La única expectativa que tienes que cumplir es la tuya.
Encuentra tu pinche gana: La brújula de la felicidad genuina
Si el propósito final es ser feliz, tenemos que dejar de buscar en el exterior y empezar a excavar adentro. ¿Qué es esa "gana" que te mueve? No es un capricho; es la fuerza de tu deseo más auténtico.
Desnudando el deseo: Del placer a la satisfacción profunda
Mucha gente confunde "hacer lo que me da la gana" con el hedonismo superficial: comer en exceso, comprar sin parar o evitar el trabajo duro. Ese es el placer pasajero.
La pinche gana a la que nos referimos es la satisfacción profunda. Es esa sensación de estar alineado con tu propósito mientras haces algo difícil. Es la felicidad que viene de resolver un problema complejo, de servir a tu comunidad, de ver tu proyecto crecer centímetro a centímetro.
Para encontrarla, hazte estas preguntas duras:
- ¿Qué actividad me hace olvidar que tengo hambre o que estoy cansado?
- ¿Si tuviera todo el dinero del mundo, qué problema social o personal intentaría resolver?
- ¿Qué me enfurece del mundo? (La rabia bien canalizada es el combustible del deseo).
Pregúntale a tu Panza: El poder de la sabiduría visceral
Hemos sido entrenados para sobreanalizarlo todo, a esperar el Big Data para tomar una decisión. ¡Error! Los emprendedores más exitosos de la historia, y la gente más feliz, han confiado en algo mucho más básico: la tripa.
Si una oportunidad de negocio, un socio, o un camino de vida te revuelve el estómago o te da una sensación de ligereza en el pecho, ese es el dato más valioso que tienes. Tu intuición, esa sabiduría visceral que en México llamamos "la panza", es la suma de toda tu experiencia.
Aprende a diferenciar el miedo paralizante (que te dice "no lo hagas") del miedo estimulante (que te dice "hazlo con cuidado"). La felicidad a menudo se encuentra del otro lado de una decisión que te da miedo, pero que, en el fondo, sabes que es la correcta para ti.
Las "ganas" no son vagas: De la abstracción a la estrategia
Decir "quiero ser feliz" es tan vago como decir "quiero ser rico." Necesitas aterrizar tu pinche gana en un plan concreto.
Si tu gana es tener más tiempo, el plan es delegar o subir precios. Si tu gana es crear un producto disruptivo, el plan es la investigación y el desarrollo. La felicidad no es un estado pasivo; es la recompensa de la acción intencionada.
El emprendimiento es el campo de juego perfecto para la felicidad, porque te obliga a alinear tus valores con tu chamba. Si tu negocio te da felicidad, no estás trabajando; estás viviendo.
La felicidad como estrategia: El fin último de todo
El argumento más fuerte a favor de hacer lo que te dé tu pinche gana es que la felicidad no es solo un lujo personal; es una ventaja competitiva brutal y la única estrategia de vida sostenible.
Cuando ser feliz se convierte en tu mejor negocio
Un líder genuinamente feliz y satisfecho no se quema. Sus niveles de energía, creatividad y resiliencia son incomparables.
- Productividad: Cuando amas lo que haces, no estás "cumpliendo el horario," estás resolviendo el juego. Las horas pasan volando y el output es de calidad superior.
- Atracción de talento: La gente quiere trabajar con líderes que están contentos con su vida. La felicidad es contagiosa y atrae a personas de alto calibre que buscan un ambiente auténtico, no tóxico.
- Resiliencia: En los negocios, siempre habrá crisis. El que hace lo que le da su pinche gana tiene un ancla profunda de propósito. Los golpes duelen, sí, pero no te sacan del juego, porque el motor de la satisfacción sigue encendido. Los que están ahí solo por el dinero o el prestigio, son los primeros en abandonar el barco.
De la Misa al maizal: Integrar la felicidad en la rutina diaria
La felicidad no es algo que "logras" después de alcanzar una meta. Es el proceso. Hay que integrarla en las decisiones pequeñas y grandes.
No pospongas tu vida esperando el gran éxito. Si tu "pinche gana" es pasar tiempo con tu familia, hazlo ahora. Si es salir a correr, hazlo ahora. No uses el trabajo como excusa para postergar la vida.
Pregúntate en cada decisión diaria, en cada inversión, en cada contratación:
- ¿Esto me acerca a mi felicidad o me aleja de mi pinche gana?
Si la respuesta es lo segundo, reajusta la brújula. La felicidad debe estar en la mesa de juntas y en la mesa del comedor. Es un asunto de balance y de prioridades.
¡A darle, que es mole de olla! El llamado final
La vida es muy corta para vivirla en piloto automático, persiguiendo metas que te dictaron otros. Deja de buscar la validación en el exterior. Deja de vivir para el currículum o para el feed de Instagram.
Tu pinche gana es tu superpoder. Es la voz de tu autenticidad.
- Si te da la gana emprender ese proyecto loco, hazlo.
- Si te da la gana renunciar a esa chamba que te está matando, renuncia.
- Si te da la gana tomarte un año sabático, ¡hazlo!
No necesitas permiso. No necesitas el plan perfecto. Sólo necesitas una cosa: la determinación de ser feliz.
Así que ahí lo tienes. Deja de pensar tanto y de tener tanto pinche miedo. La vida es hoy.
¡HAZ LO QUE TE DÉ TU PINCHE GANA Y SÉ FELIZ!
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