Comentario: ¿Alguien sabe cuándo acabará este show necrófilo y bizarro, esta orgía de moralina mediática por el funeral de otro Papa?
Mientras los medios se regodean en el luto de este espectáculo dantesco, el mundo sigue desangrándose: guerras, hambrunas, desplazados, pobreza, muertes y catástrofes naturales no se detienen; pero parecen importar menos que las lágrimas por un líder religioso reemplazable.
Queridos creyentes, bienvenidos a este capítulo de la historia cínica de la religión; que los medios han montado por la muerte del Papa Pancho. ¡Vaya fiestón de moralina! Cámaras enfocando velitas, cardenales con cara de estreñidos y fieles llorando como si se hubiera acabado el vino de misa. ¿Y todo por qué? Porque un señor con sotana ha estirado la pata, algo que, mire usted, lleva pasando con los papas desde que se montó el lucrativo negocio de la fe.
Pero aquí estamos, en 2025, viendo a los medios convertir un óbito en la telenovela del siglo. ¡Que alguien apague la tele por favor! Mientras los aleluyos fanáticos se desgañitan con sus lágrimas de cocodrilo, el mundo real sigue siendo un despelote; hablamos de las que padecemos a diario. Los titulares se babean con el luto papal, pero ¿quién se acuerda de los niños que mueren en guerras? ¿O de las madres que ven a sus hijos comerse la tierra porque no hay un mendrugo que caiga del cielo?
Ese idílico lugar donde creen que van los crédulos.
Esto no es nuevo; ya en el siglo XV, mientras los papas se peleaban por tiaras y amantes, la peste y las guerras despachaban a medio mundo sin que nadie les rezara un padrenuestro. Hagamos un repaso rápido, que el tiempo apremia y el cielo no tiene orejas, ni ojos, ni sentimientos.
Guerras: En Siria, Ucrania, Etiopía, la sangre corre como río. Millones mueren, pero no hay misa que los salve. Hambrunas: 340 millones en inseguridad alimentaria (dato del Programa Mundial de Alimentos). En Sudán del Sur, comen hojas. ¿El milagro del pan y los peces? Puro cuento.
Desplazados: 100 millones de refugiados (ACNUR) huyen de guerras y desastres climáticos. Duermen en barro, no en basílicas.
Pobreza: 700 millones malviven con 2,15 dólares al día (Banco Mundial). La caridad papal es un chiste malo. Muertes absurdas: Malaria, diarrea, tuberculosis. Miles caen por falta de agua limpia. ¿Dónde está la lluvia bendita?
Sólo en cuentos. Catástrofes: Huracanes, inundaciones, sequías. El cambio climático arrasa Filipinas y Haití.
Y mientras tanto, ¿qué hacen los medios? Montan un culebrón con el féretro papal, como si fuera la temporada final de una serie mala. Esto no es periodismo, es un aquelarre de sensiblería. La religión, esa gran estafa que lleva dos mil años vendiendo humo, es la reina del espectáculo. Nos dicen que recemos, que confiemos en su Dios que, si existiera, sería un sádico de manual. ¿O cómo explica ustedes que deje morir a millones mientras los cardenales discuten quién se queda con el anillo del pescador?
La fe es una cortina de terciopelo que tapa el olor a podrido del mundo real. Y los medios, esos mercachifles del drama, se frotan las manos con cada avemaría televisada.
Un Papa muere, otro viene. Es el negocio de siempre: cambian la cara, pero el guión sigue igual. Recordemos a Alejandro VI, el papa Borgia, quien entre orgías y venenos no tenía tiempo para los pobres. Hoy es lo mismo, pero con mejor prensa. La muerte del Papa Pancho no cambia una coma en el guión del sufrimiento humano. Lo que sí cambia es el foco: cada minuto de este show necrófilo es un robo a los que mueren sin cámaras, a los que gritan sin que nadie los oiga.
No hay Dios, queridos. Si lo hubiera, estaría despedido por inepto. Este circo papal es una burla a la razón, un insulto a los que padecen mientras los medios nos venden un luto de cartón. El mundo se desangra, y no serán los rezos ni las tiaras los que lo salven. Que muera otro Papa y que venga otro negro, como juran esas profecías absurdas que enloquecen a los crédulos, es tan relevante como cambiar un florero. Apaguemos este show bizarro y miremos de frente la realidad que habitamos. Porque, como dijo un sabio, un clavo saca a otro clavo, pero el dolor de la humanidad no se cura con cuentos de hadas.