Hoy 13 de Julio de 2020, fecha en que se cumplen 16 años de la eterna partida, de Don Carlos Armando Romero Rodas, su recuerdo perdura. El recorrer del tiempo genera experiencias de las que el hombre se salva o sucumbe conforme a su fortaleza o debilidad. En su marcha indetenible el ser humano se enfrenta a retos permanentes donde solamente la decisión y el espíritu batallador lo hacen merecedor del buen crédito y el respeto. Con esta introducción evoco al gran maestro de la radiodifusión ecuatoriana don Carlos Armando Romero Rodas, quien en su paso por esta vida terrenal nos legó a sus discípulos un cúmulo de enseñanzas y en el plano personal muy buenos consejos y también de vez en cuando algunas llamadas de atención, que fueron vitales para moldear nuestra carácter y personalidad.
Se puede escribir mucho de este inolvidable personaje guayaquileño, cuya obra máxima Radio Cristal, pervive brindado una serie de servicios a nuestra comunidad, que ni el modernismo ni la tecnología hasta ahora han podido doblegar.
No es como dicen unos pocos; que vivimos de los recuerdos, pero su legado se mantiene a través de la cotidiana programación cristalina: Apoyo incondicional a los artistas ecuatorianos, servicios sociales de toda índole, espacios diarios para difundir las aspiraciones y realidades de los pueblos guayasenses.
Noticieros y espacios de opinión de altísima credibilidad, Estas entre otras causas son la razón de ser, del trabajo fecundo y creativo que nos dejó el nunca olvidado don Carlos Armando Romero Rodas. A quien recordamos con enorme cariño y gratitud.
Permanentemente su esposa Inesita Rivas de Romero nos convoca a los cristalinos y al pueblo que no lo olvida, a una homilía, pronunciada por sacerdotes que evocan su labor social, que siempre fue en beneficio de nuestra comunidad, al no poder hacerlo en esta ocasión por la emergencia que vivimos invito a los oyentes cristalinos a recordarlo con cariño y respeto. Y porque no a través de una ofrenda lírica implorar al todo poderoso por su eterno descanso a lado de los justos. Este modesto recordatorio lo emite su siempre agradecido colaborador y discípulo Jacinto Fajardo Ronquillo.