Por: Zenobio Saldivia Maldonado
- Tecnológica Metropolitana, Stgo. Chile.
Hace unos años, tuve el placer de conocer e interactuar en Lima, en un importante evento, con el psicólogo Roli Marín Tapia, quien descollaba por su trato afable y su responsabilidad para con las tareas y compromisos exigidos por su profesión. Lo percibí animoso lleno de energía y con deseos de entregar todos sus conocimientos a su querida Cajamarca y al Perú todo. Luego de titularse como licenciado en Psicología, egresó además, de la maestría de psicología clínica y de la salud. Cuando lo conocí en el año 2020, ya estaba trabajando en la zona norte de Lima, atendiendo a personas con stress -especialmente mujeres solas que tienen la responsabilidad de atender la casa y cuidar a sus hijos e hijas. En los momentos en que nos juntábamos a platicar, ora en el barrio Miraflores, ora en Lima centro, en o Pueblo Nuevo, o en el Distrito Magdalena, lo notaba preocupado por sus pacientes; anhelaba recuperarlos y recuperarlas lo más pronto posible, pero el régimen hospitalario y la maraña administrativa del Servicio Social, lo entrampaba pues la mayor parte del trabajo lo obligaba a llenar formularios. Por eso, pensábamos muchas veces que la psicología y las técnicas enmarañaban el tête à tête con el paciente y obstaculizaban la emergencia del diálogo fluido como anhelaba el austríaco Viktor Frackl en sus libros de psicología, psiquiatría y filosofía, fundamentando acerca de la logoterapia; o que tal vez falta internalizar en los psicólogos, una mixtura dialógica y ecléctica que consignara algunas nociones, conductivistas, gestálticas, o constructivistas piagetanas, entre otras corrientes; para tener una base más firme de apoyo en la difícil tarea de ayudar a los demás. De hecho, un profesional con un amplio bagaje cognitivo, como lo ya mencionado, resultaría muy conveniente para entender que la psicología debe estar abierta a los espacios flexibles, permeables, reflexivos y analíticos, para alcanzar nuevas visiones e interpretaciones que permitan comprender la mente del ser humano, a través de puntos de vista inmersos en espacios subjetivos, intersubjetivos, abstractos y concretos.
Empero, Marín Tapia, no sólo es un buen psicólogo, sino también un destacado poeta, con una aguda sensibilidad, por eso no es extraño que en el año 2010 haya publicado su primer libro de poemas Elixir de Vida, o que este año haya publicado otro poemario, intitulado Un libro sin título.
Su espíritu inquieto y sus ansias de llegar a los demás con su mensaje positivo, lo ha llevado también a ser partícipe de la cadena periodística noticiosa y cultural “Prensamérica Internacional” y a escribir para los diarios: Real y El Clarín, entre otros. Y en todos estos medios, sus columnas tienen claramente una impronta psicológica y una amplia mirada social, crítica pero propositiva. Es una línea más de su vocación de joven psicólogo anhelante de encontrar las vías del bienestar humano y de una mayor armonía social. Es que para nuestro psicólogo, la mera descripción casuística, de tal o cual problema individual y/o familiar, no es lo relevante ni es lo suficiente; es que aspira a crear relatos o discursos o significados sobre los mismos con el paciente, para comprender lo que no dice con el verbo, y poder acercase así, un poco más al universo de la psiquis individual.
Por todo lo anterior y como miembro honorario del Colegio de Psicólogos del Perú y como Director Cultural de Prensamérica Internacional y antiguo profesor de epistemología de las carreras de psicología de algunas universidades de Chile, el autor de esta nota, le desea suerte a este profesional que sueña con cambiar la parsimonia de trabajo psicológico y llegar más allá del verbo, más allá de la técnica específica recomendada por la tradición y encontrar el sueño imposible: la apertura del alma.