El abodago Roberto Montenegro. Magíster en Derecho procesal / Magíster en Derecho Constitucional / Litigante en Materia Constitucional / Docente Universitario de Postgrado.
Nos explica: "¿Por qué las élites quieren desmontar la Constitución del 2008?
Porque es un espejo que les devuelve la imagen que más odian: la de un poder limitado, de un privilegio en jaque, de un país que un día —aunque brevemente— se atrevió a decirles “ustedes no son el Estado”.
La Constitución de Montecristi no fue perfecta, pero fue, sin duda, el acto más audaz de desobediencia jurídica contra el club de millonarios que por décadas gobernó el Ecuador a control remoto. Por eso la detestan. Porque la Constitución del 2008 les quitó el disfraz de benefactores y los mostró como lo que son: una casta empresarial sedienta de poder, impunidad y rentabilidad estatal.
La odian porque frenó privatizaciones disfrazadas de eficiencia. Porque colocó derechos sociales por encima de las cifras de sus negocios. Porque puso el agua, la salud y la educación fuera del menú de la Bolsa. Porque creó mecanismos para que el Estado volviera a ser más que una oficina contable de banqueros.
Las élites, hay que decirlo sin anestesia, no quieren un Estado fuerte; quieren uno obediente. Un Estado que no regule, que no investigue, que no redistribuya. Quieren un Estado prestado, a plazos, sin garantía, con la única condición de no estorbarles en su festín.
Por eso desprecian todo lo que huela a Montecristi. No porque no entiendan la Constitución, sino porque la entienden demasiado bien. Saben que esa Carta cuestiona su monopolio sobre la verdad, sobre el mercado y sobre el país. Saben que el reconocimiento de derechos colectivos, de justicia intercultural, de participación ciudadana, de soberanía energética, es una afrenta directa a sus negocios blindados.
Y por eso han puesto a sus medios a repetir el mantra: “la Constitución es muy larga, es utópica, es inviable, es socialista, es chavista, hiperpresidencialista” No importa que jamás la hayan leído. Lo que importa es destruirla, reducirla, mutilarla. Porque si el pueblo vuelve a creer que puede gobernarse, el negocio se les arruina.
Mienten diciendo que ya son ricos y no necesitan “robar”. Falso. No les basta con tener dinero. Quieren poder. Quieren que la ley no los toque, que el SRI no los mire, que la Corte @CorteNacional @CorteConstEcu los absuelva y que la prensa los maquille. Quieren comprar la democracia al por mayor y revenderla con intereses.
La Constitución de 2008 no los derrotó, pero los incomodó. Por eso la quieren dinamitar. Porque es el último obstáculo simbólico que impide que el Ecuador vuelva a ser su finca. Y como todo dueño que ha sido expulsado del terreno que cree suyo por derecho divino, ahora buscan regresar con retroexcavadora, Constitución en mano, para fundar su república privada sobre nuestras ruinas.
No es odio a la Constitución. Es odio a la idea misma de que el país no les pertenece".