BARCELONA / ESPAÑA.- En las últimas semanas, las redes sociales han sido escenario de una revelación que sacude los cimientos de la industria del lujo. Un gran número de influencers y personas trabajadoras del sector de la moda, han expuesto cómo marcas europeas de renombre, como Hermès, Louis Vuitton, Gucci y Chanel, externalizan parte de su producción a China, a pesar de comercializar sus productos como fabricados exclusivamente en Europa. Esta revelación no es casual; se enmarca en un contexto de tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, exacerbadas por las políticas arancelarias implementadas por la administración de Trump.
El impacto de la estrategia arancelaria de Trump
Desde su retorno a la presidencia en 2025, Donald Trump ha intensificado su política proteccionista mediante la imposición de aranceles significativos a las importaciones, con el objetivo de fomentar la producción nacional y reducir el déficit comercial. Estas medidas han afectado a múltiples países, incluidos aliados tradicionales como la Unión Europea.
En particular, se han establecido aranceles del 10% sobre todas las importaciones, con tarifas más altas para países con los que Estados Unidos mantiene un mayor déficit comercial. Por ejemplo, se ha impuesto un arancel del 20% sobre productos provenientes de la Unión Europea. Además, en el caso de China, algunos productos enfrentan aranceles que pueden alcanzar hasta el 245%, lo que ha generado tensiones en las relaciones comerciales internacionales, afectando tanto a países exportadores como a empresas que dependen de cadenas de suministro globales.
La respuesta de China: transparencia y reivindicación
En respuesta a estas políticas, China ha adoptado una estrategia multifacética para contrarrestar los efectos de los aranceles y reafirmar su posición en la economía global. Una de las tácticas más destacadas ha sido la utilización de plataformas de redes sociales para exponer la dependencia de las marcas de lujo occidentales de la manufactura china. Al revelar que productos etiquetados como "Made in France" o "Made in Italy" son en realidad fabricados en China, se busca por un lado desafiar la narrativa de inferioridad, contrarrestando la percepción de que los productos "Made in China" son de menor calidad; como así también presionar a las marcas de lujo, obligando a estas empresas a ser más transparentes sobre sus cadenas de suministro y prácticas de producción.
El papel de las marcas europeas en el mercado estadounidense
Marcas europeas como Chanel, Hermès, Louis Vuitton y Gucci tienen una presencia significativa en el mercado estadounidense, con numerosas boutiques y una base de clientela leal. La imposición de aranceles por parte de la administración Trump ha afectado directamente a estas empresas, aumentando los costos de importación y obligándolas a reconsiderar sus estrategias de precios y producción. Además, la exposición de sus prácticas de manufactura en China ha generado cuestionamientos sobre la autenticidad y el valor de sus productos, lo que podría afectar su reputación y ventas en Estados Unidos.
Implicaciones para Estados Unidos y la industria del lujo
La estrategia adoptada por China de exponer las prácticas de producción de las marcas de lujo occidentales ha tenido diversas repercusiones en Estados Unidos. En primer lugar, ha influido en la percepción del público consumidor estadounidense, que podría cuestionar la justificación de los elevados precios de productos etiquetados como "Made in France" o "Made in Italy", al descubrir que muchos de estos artículos se fabrican en China.
Además, las empresas estadounidenses que dependen de la manufactura china se han visto presionadas por esta exposición. Algunas de estas compañías han comenzado a reconsiderar sus estrategias de producción y distribución para mitigar los efectos de los aranceles impuestos por la administración Trump. Por ejemplo, marcas como Lisa Yang han optado por establecer centros de distribución en Estados Unidos para reducir los costos asociados a los aranceles y mantener la satisfacción de su clientela. Sin embargo, esta medida conlleva desafíos, como altos costos de almacenamiento y complejidades regulatorias.
Por otro lado, la exposición de estas prácticas de producción ha puesto en tela de juicio la efectividad de las políticas comerciales de la administración de Trump. Al demostrar la interdependencia de las economías globales y la dependencia de las marcas de lujo occidentales de la manufactura china, se debilita el argumento de que los aranceles protegen la industria nacional.
Un nuevo conflicto geoeconómico
El conflicto no se limita a las tensiones entre naciones. Además de poner en tela de juicio la sostenibilidad de un modelo de negocio que ha dominado el mercado del lujo durante años, las propias empresas afectadas están comenzando a cuestionar las políticas de Trump. Líderes de conglomerados como LVMH y Kering han expresado su preocupación por el impacto de los aranceles en sus operaciones y han instado a la Unión Europea a negociar acuerdos comerciales que mitiguen estos efectos. Por ejemplo, Bernard Arnault, presidente de LVMH, ha señalado que la falta de acción por parte de Bruselas podría tener consecuencias económicas graves para el sector del lujo europeo. Al mismo tiempo, algunas marcas están reevaluando sus estrategias de producción y distribución para adaptarse a este nuevo entorno comercial.
Este panorama revela una problemática emergente entre las políticas proteccionistas de Trump y las estrategias comerciales de las empresas globales. A medida que las marcas buscan equilibrar sus intereses económicos con las realidades del comercio internacional, se plantea la pregunta de hasta qué punto las políticas gubernamentales pueden influir en las decisiones empresariales y en la dinámica del mercado global.
por Bárbara Balbo