Por: Miguel Angel Rojas Pizarro / Psicólogo Educacional – Profesor de Historia – Psicopedagogo. @Soy_Profe_Feliz
El reciente accidente en la mina El Teniente, donde seis trabajadores fallecieron mientras desarrollaban labores subterráneas, representa mucho más que una tragedia puntual. Refleja un patrón histórico, social y estructural que sigue vigente en Chile: El sacrificio permanente del mundo del trabajo en beneficio del capital. En primer lugar, resulta imposible analizar esta tragedia sin recordar cómo se construyó el modelo extractivista chileno. El lujoso Palacio Cousiño, ícono de la aristocracia del siglo XIX fue financiado con las riquezas provenientes de la minería del carbón en Lota, donde miles de trabajadores vivieron y murieron en condiciones miserables. Mientras los propietarios dormían sobre terciopelo, los obreros, algunos niños, enfrentaban jornadas inhumanas, enfermedades respiratorias y muerte prematura.
Durante la denominada “cuestión social” de inicios del siglo XX, surgieron expresiones literarias como Subterra (1904) de Baldomero Lillo, que retratan la crudeza de la vida minera. Obras como El Chiflón del Diablo mostraron cómo el sufrimiento de los trabajadores era funcional al enriquecimiento de una élite económica, sin que existieran mecanismos reales de protección o reparación.
Hoy, más de un siglo después, se repiten las mismas estructuras bajo nuevos lenguajes. El uso de términos como “colaboradores” ha reemplazado al concepto clásico del trabajador, diluyendo la relación laboral y disfrazando las condiciones de subordinación. Esta semántica empresarial oculta la profunda desigualdad entre quienes están contratados directamente por empresas como Codelco y quienes lo están por vía de subcontratación. Los seis trabajadores fallecidos no eran parte de la planta de Codelco: eran contratistas, expuestos a mayores riesgos y condiciones laborales más precarias.
En este contexto, preocupa la manera en que ciertos sectores políticos, particularmente de la derecha, han intentado instrumentalizar esta tragedia para revivir figuras del pasado reciente, como la del presidente Sebastián Piñera durante el rescate de los 33 mineros en 2010. Este tipo de maniobras busca construir una narrativa épica, centrada en el "líder salvador", que apela más a la emocionalidad de la audiencia que a la verdad estructural del conflicto.
Desde la teoría de la comunicación, esta operación puede leerse como un ejemplo de agenda setting, donde los medios y actores políticos eligen deliberadamente qué aspectos enfatizar (el heroísmo del rescate) y cuáles omitir (la precariedad laboral estructural). Según McCombs y Shaw (1972), los medios no nos dicen qué pensar, pero sí sobre qué pensar. En este caso, la visibilización de un rescate exitoso pasado es utilizada para encubrir la negligencia del presente.
Hannah Arendt nos advierte que el peligro del poder moderno radica no solo en su capacidad para reprimir, sino en su habilidad para manipular la opinión pública mediante narrativas que vacían los hechos de contenido moral (Arendt, 1958). La política convertida en espectáculo genera una despolitización de la ciudadanía, anestesiada por imágenes y relatos emocionales que sustituyen el análisis por la sensación.
Esta instrumentalización del dolor, entonces, no solo es ofensiva para las víctimas y sus familias: es profundamente antidemocrática. Porque reemplaza el deber de justicia por la rentabilidad simbólica; y porque transforma la tragedia en una escena de marketing político, no en una lección ética ni en un punto de inflexión social. ¿Que Aprendimos del desastre minero del 2010? ¿Cuántas Leyes se han generado en el parlamento para colocar fin a esta problemática?
Desde la perspectiva del pensamiento crítico, el trabajador se encuentra alienado no solo del producto de su trabajo, sino también de sí mismo y de los otros. Esta alienación es patente cuando la vida y la muerte del trabajador son vistas como meros costos operativos. En El capital, Marx (1867) denuncia cómo la búsqueda incesante de plusvalía empuja al capital a precarizar al máximo las condiciones laborales. En este caso, la externalización del riesgo por medio de los contratistas es un claro ejemplo.
Desde una perspectiva marxista, el Estado capitalista no actúa como un ente neutral, sino como un aparato que garantiza las condiciones generales de reproducción del capital (Marx, 1867). En el caso chileno, esto se manifiesta crudamente en el sector minero, donde las políticas públicas han tendido a flexibilizar, en vez de fortalecer, la fiscalización y protección del trabajo. El resultado es un marco normativo que naturaliza la subcontratación y externaliza el riesgo humano.
¿Qué leyes han fallado o no se han actualizado? ¿Dónde está la omisión estructural del Estado?
- Ley de Subcontratación (Nº 20.123): Si bien esta ley fue un avance en su momento (2006), hoy resulta insuficiente frente al poder de grandes corporaciones. La ley permite que empresas principales se desentiendan de los riesgos laborales, delegándolos a empresas contratistas con menor fiscalización, escasa organización sindical y mayor precarización. No existe un sistema robusto de responsabilidad solidaria y directa en accidentes fatales. Se requiere actualizar la ley para prohibir la subcontratación en labores de alto riesgo o establecer una responsabilidad integral de la empresa mandante.
- Código del Trabajo, Título I del Libro II (Condiciones de Higiene y Seguridad): El reglamento actual está disperso, poco actualizado y carece de protocolos obligatorios frente a faenas subterráneas de alta peligrosidad. La normativa depende excesivamente de reglamentos internos y de la voluntad empresarial, en lugar de tener estándares estatales mínimos universales que sean fiscalizados en terreno de forma permanente.
- Ley 16.744 sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales: Esta ley, promulgada en 1968, aún regula el seguro contra accidentes laborales. Si bien establece obligaciones de prevención y reparación, en la práctica muchas veces las mutuales operan como aseguradoras privadas más interesadas en limitar costos que en garantizar reparación integral, y el foco preventivo ha sido sustituido por la gestión del daño.
- Falta de una Ley General de Minería que centre los derechos humanos y laborales. Chile aún no cuenta con una ley marco moderna que regule la minería desde una perspectiva que articule productividad con derechos laborales, protección ambiental y desarrollo territorial. El Estado opera más como un facilitador del negocio extractivista que como un garante del bienestar de sus trabajadores y comunidades. (Contraloría General de la República. (2022). Informe de fiscalización sobre cumplimiento de la Ley 16.744 en faenas subcontratadas del sector minero)
- Débil implementación de los Convenios de la OIT ratificados por Chile: Pese a haber ratificado convenios clave como el n.º 176 sobre seguridad y salud en las minas, su aplicación efectiva ha sido mínima. No se exige su cumplimiento como condición para operar, y no hay sanciones proporcionales al incumplimiento sistemático. nforme Contraloría N.º 535-2023
En este informe se detectaron deficiencias graves en la fiscalización de las condiciones laborales en faenas mineras subcontratadas, especialmente en el uso de procedimientos de seguridad y en la validación de los registros de inducción y capacitación. (Contraloría General de la República. (2023). Informe de auditoría a fiscalizaciones laborales del sector minero. Santiago: (CGR)
Desde el punto de vista marxista, esta ausencia de fortalecer el sistema de la subcontratación no es casual ni técnica: es funcional al sistema. Permite maximizar la plusvalía, mantener al trabajador desorganizado, y transferir los costos de seguridad al propio cuerpo del obrero. Como advertía Marx, el capital no puede existir sin desgastar simultáneamente las fuerzas físicas, mentales y morales de los trabajadores (Marx, 1867).
Así, el Estado chileno, lejos de cumplir un rol protector, se ha transformado en un gestor miserable del dolor laboral estructural, en donde la vida de un contratista vale menos que un informe técnico, y donde la muerte no genera reformas, sino comunicados de prensa.
No obstante, y pese a este panorama desolador, es fundamental avanzar hacia una conciencia de clase activa. Como señalaba Paulo Freire, “la verdadera educación se realiza en comunión, y nadie se libera solo” (Freire, 1970, p. 89). La división entre trabajadores directos y subcontratados solo beneficia a quienes controlan el poder económico. La organización, la articulación intersindical y la defensa colectiva de los derechos laborales son claves para revertir este escenario.
Albert Camus advertía que incluso en medio del absurdo, el ser humano tiene la capacidad de rebelarse éticamente (Camus, 1951). Esa rebelión debe tomar la forma de organización, exigencia política y resistencia cultural. No basta con indignarse; es necesario actuar, desde los territorios, los sindicatos y los espacios educativos.
Finalmente, no puedo terminar este texto sin expresar mis más sinceras condolencias a las familias de los seis trabajadores fallecidos. Su pérdida no puede ser reducida a una cifra en los informes técnicos. Cada uno de ellos representa una historia interrumpida, una comunidad afectada, una red de afectos y emociones rota. A sus hijos, a sus parejas, a sus colegas: toda mi solidaridad.
En memoria de ellos, es nuestra obligación moral exigir verdad, justicia y condiciones laborales dignas. Porque ningún país que pretenda llamarse democrático y desarrollado puede tolerar que su riqueza se siga construyendo sobre la precariedad y la muerte de su pueblo trabajador para beneficio de unos pocos capitales extranjeros y algunas familias herederas de la dictadura militar.
Referencias
- Baldomero Lillo. (1904). Subterra. Santiago: Editorial Universitaria.
- Camus, A. (1951). El hombre rebelde. Editorial Losada.
- Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.
- Marx, K. (2007). Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (J. L. López Aranguren, Trad.). Madrid: Alianza Editorial. (Original publicado en 1844)
- Marx, K. (2013). El capital. Crítica de la economía política. Tomo I. Fondo de Cultura Económica. (Original publicado en 1867)
- (2025). Informe preliminar accidente mina El Teniente. Gobierno de Chile.}
- Arendt, H. (1958). La condición humana. Barcelona: Paidós.
- McCombs, M., & Shaw, D. L. (1972). The agenda-setting function of mass media. Public Opinion Quarterly, 36(2), 176–187.
- Leiva Gómez, S. (2009). La subcontratación en la minería en Chile: elementos estructurales y conflictos laborales. Revista Polis, 8(3), 89–110.
- Bustos Moya, S. A. (2024). Externalización de personal en proyectos de la gran minería. Tesis Universidad de Chile
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