Se dan cuenta… Hace muy poco tiempo, las imágenes del incendio de Sierra Bermeja nos conmocionaban por su extensión y por lo devastador, creando incluso una nueva nube que podría generar nuevos incendios por ser impredecible e incontrolable… Pero un día llegó la lluvia y por fin acabo, pero la lluvia, la misma lluvia, comenzó a generar inundaciones en otros lugares llenando las pantallas de la televisión de ríos en las calles de nuestros pueblos y ciudades, coches que flotaban y familias que lo perdían todo.
Sin relajarnos un momento llega el volcán de Cumbre Vieja y toda la atención la ponemos ahí, contemplando como la lava arrasa las tierras y todo lo que las gentes del lugar construyeron durante toda su vida…
Ahora el foco informativo está en Canarias, el volcán en directo y con los números uno de la tele que nos van mostrando minuto a minuto, el tamaño de las cenizas o la nueva geografía de la isla de La Palma.
Si no estamos conformes con los desastres naturales y la pandemia que vamos normalizando, pero que siempre está ahí como espada de Damocles sobre nuestras cabezas… Nos llega que el precio de la luz descontrolada, ya no sabemos que techo tendrán los precios mientras se nos informa de la escasez del gas y que nada consistente se puede hacer, claro ahora ya nos rige Europa y esto es otra cosa… y seguimos.
Además y no menos importante por supuesto, nuestras situaciones personales, relaciones, trabajos, hipotecas y un larguísimo etc.
En este panorama y mientras las televisiones muestran músculo por ser líderes en audiencia, nadie puede escapar del clima general que esto genera, esto es, una atmósfera de tensión y alarmismo permanente.
Cuando queremos ver un telediario la tripa se nos encoge y nos preparamos para aguantar la que viene, los periodistas, además, informan con la alteración propia del drama para que tengamos las sensaciones claras, hasta que llega el momento de cambiar de cadena o apagar la tele por no aguantar más.
Cómo no va a haber problemas de insomnio, si cada noche nos vamos a dormir con todo esto. Cómo no va haber un desencuentro en las relaciones interpersonales y una desconfianza creciente si cada uno intenta controlar esta situación como puede sin lograr un acuerdo con otros…
Porque no es lo mismo, la experiencia de los millones y millones de televidentes que son informados y lo que viven las personas concretas que están sufriendo los dramas y que necesitan organizarse para dar respuesta a su situación.
Mientras en el primer caso y golpeados por la velocidad e intensidad de los acontecimientos tenemos la sensación que todo se cae desordenadamente llevándonos a un individualismo sin solución, en el segundo caso la misma necesidad y urgencia, hacen que el encuentro con el otro sea obvio saltando sobre cualquier estupidez y poniendo manos a la obra en lo que haya que hacer.
No podemos parar la naturaleza ni los procesos de cambio social que ya nadie controla… Pero si podemos parar nosotros, silenciar nuestra mente y desde esa experiencia, comprender lo que pasa, mover el prisma para tomar decisiones y controlar nuestra vida.
Seguramente esto nos lleve a considerar a los demás de una manera diferente, posibilitando la confianza para intentar dar una nueva respuesta al mundo que viene, no es igual sentirse parte de una comunidad arropado por seres queridos que aislado en un individualismo asfixiante.
Tenemos la posibilidad de reconstruir un verdadero tejido social verdaderamente humano y eso si está en nuestra mano, abramos al diálogo para que esto sea posible.