El Gobierno, incapaz de resolver los problemas de salud, inseguridad y empleo que agobian a las familias, ahora pretende distraernos con la farsa de una Asamblea Constituyente.
¿Con qué dinero piensan financiar este circo? ¿Con el que arrebataron quitando el subsidio al diésel a los más pobres? ¿Con los millones en propaganda para seguir engañando al pueblo?
Se llenan la boca diciendo que gobiernan por el pueblo, pero a ese mismo pueblo lo han dejado morir en los hospitales, le han recortado el presupuesto a la educación y lo han condenado a la miseria.
¿De qué Constituyente hablan si no han podido redactar ni las preguntas de la consulta? Copiaron hasta los textos de Lasso. Sus proyectos de ley llegan plagados de errores, sus asambleístas confunden términos, no conocen los procedimientos y firman resoluciones mal escritas. ¿Con esas carencias quieren redactar una nueva Constitución?
Lo que buscan es claro: una Constituyente para convertir a la República en hacienda, entregarla al FMI, blindar a las élites, privatizar sectores estratégicos y tomarse la justicia.
Dos años en el poder y nada que mostrar: solo estados de excepción, consultas copiadas, leyes urgentes llenas de ilegalidades, marchas para exigirle paz a su propio gobierno… y anuncios vacíos, como el dichoso comité de salud para abastecer de medicinas e insumos a los hospitales, que jamás se concreta.
Mientras tanto, el pueblo sigue pagando la crisis de salud, el alza de la violencia, la eliminación del subsidio al diésel y Quimsacocha.
Que quede claro: al pueblo ya no le venden humo, porque el hambre y la violencia no se tapan con Constituyentes. Este gobierno, que se jacta de “valiente”, solo es valiente para reprimir a los pobres.
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