Padres que hacen de conserjes y maestros que ejercen de guardias: las dificultades del regreso a clases en la costa.
Las escuelas fiscales abrirán sus puertas para el nuevo año lectivo, pero muchas no están listas para recibir a sus estudiantes. La falta de guardianía, limpieza y recursos ha obligado a los padres de familia a asumir tareas que corresponden al Estado, mientras los docentes intentan cumplir su labor pedagógica entre trámites, carencias y sobrecarga laboral. Este lunes 5 de mayo, más de 9.400 instituciones educativas de las regiones Costa y Galápagos iniciarán el año lectivo 2025-2026, según el calendario establecido por el Ministerio de Educación. Se prevé el retorno de aproximadamente 2,3 millones de estudiantes y 115.000 docentes. Pero no todas las escuelas están listas.
Mientras tanto, gremios como la Unión Nacional de Educadores (UNE) denuncian una crisis estructural y exigen declarar en emergencia al sistema educativo. El Ministerio de Educación defiende sus acciones, admite los retos y asegura que el 81 % de planteles está en condiciones para la presencialidad. Ministra de Educación: el 17% de las escuelas y colegios de la Costa está en malas condiciones
Una carga desigual para las familias
Imágenes de un colegio fiscal en Guayaquil, listo para recibir a los estudiantes en el regreso a clases 2025.PRIMICIAS
Barbarita Unda y Adriana Vélez, madres de niñas en noveno y tercero de básica respectivamente, relatan cómo el regreso a clases implica un gasto significativo para las familias.
La hija de Barbarita estudia en una escuela fiscal del sur de Guayaquil y la de Adriana, en una del norte. Los uniformes han subido de precio —una falda que costaba USD 5,50 ahora vale USD 8 y una camiseta manga larga a $9— y solo en útiles escolares espera invertir alrededor de USD 40, sin incluir libros, relata Barbarita. Mientras que Adriana desembolsó USD 60 solo en uniformes, y aún espera la lista oficial de útiles para conocer el monto total.
Ministerio de Educación resalta inversión en planteles; padres dicen que sus contribuciones mejoran escuelas. Ambas coinciden en que el Estado entrega los textos escolares demasiado tarde, casi al final del año lectivo, lo que obliga a los estudiantes a trabajar gran parte del ciclo sin ese recurso esencial. Incluso, en el caso de Barbarita, tras culminar el año lectivo, los libros deben ser devueltos. A las preocupaciones económicas se agrega el trabajo no remunerado que asumen dentro de las escuelas. En ambas instituciones, la limpieza de aulas y baños depende de los padres de familia.
Barbarita cuenta que en su escuela no hay portero ni personal de aseo, mientras que Adriana lamenta que, aunque hay una señora encargada de los baños, las mingas suelen tener poca asistencia. Aun así, ellas participan con convicción: “Yo no lo hago por los padres, sino por los niños”, dice Adriana. Pese a las dificultades, ambas madres destacan la unión entre las familias y el compromiso del personal docente. Barbarita se muestra dispuesta a colaborar económicamente para que se implemente un laboratorio de computación, y Adriana elogia sin reservas a las maestras: “Mis respetos, ninguna queja”. Primicias