BARCELONA ESPAÑA.- Miles de tractores invaden las calles de Europa. ¿Qué reclaman las personas agricultoras y por qué su protesta es clave para el futuro del continente?
El sector agropecuario europeo se encuentra en pie de guerra. Miles de personas agricultoras se están movilizando en varios países del continente, como Francia, Alemania, España e Italia, para protestar por la situación crítica que atraviesan sus explotaciones. Con sus tractores, bloquean carreteras, puertos y edificios públicos, en reclamo de mejores condiciones para su desarrollo laboral.
Los factores que explican el malestar del sector
Las causas de las protestas son diversas y varían según el contexto de cada país, pero se pueden identificar algunos factores comunes que explican el malestar de este ámbito industrial:
- La baja rentabilidad de la actividad agrícola. Los precios que reciben las personas agricultoras por sus productos son demasiado bajos en relación a los altos costes de producción, lo que les impide cubrir gastos y obtener beneficios. Además, denuncian la competencia desleal de las importaciones de otros países, que a menudo no cumplen los mismos estándares de calidad y seguridad alimentaria que exigen en Europa, pero que el continente acepta para su libre comercialización. Esto provoca una distorsión del mercado y una pérdida de competitividad de la agricultura europea.
- La presión burocrática que suponen las normativas europeas. Las exigencias ecológicas que impone la Unión Europea sobre el uso de fertilizantes, pesticidas, antibióticos, bienestar animal y emisiones de gases de efecto invernadero, aunque son medidas necesarias para proteger el medio ambiente y la salud pública, resultan excesivas y restrictivas al no contemplar las especificidades de cada región y tipo de cultivo. Por otro lado, son prácticamente imposibles de cumplir en su totalidad debido a que no se reciben suficientes ayudas para adaptarse a ellas. Esto genera una carga administrativa y económica que dificulta el desempeño del trabajo.
- La falta de apoyo y reconocimiento social a la labor del sector. Las personas agricultoras se sienten abandonadas por los gobiernos y la opinión pública, que no valoran el papel esencial que desempeñan en el abastecimiento de alimentos, la conservación del paisaje y el mantenimiento de la vida rural. Además, se sienten estigmatizadas por los medios de comunicación que a menudo difunden una imagen negativa de la agricultura, asociándola con la contaminación, el maltrato animal y el atraso. Si bien, aseguran tener interés y predisposición para innovar y adoptar prácticas más sostenibles, los obstáculos son prácticamente imposibles de superar.
Ante esta situación, el sector pide medidas urgentes y concretas para garantizar la supervivencia de sus explotaciones. Sin embargo, se enfrentan a un escenario complejo y desafiante, tanto a nivel interno como externo.
Infiltración política en las protestas
En la región francesa de Languedoc-Rosellón, conocida como ‘Midi rojo’ por su historia de movimientos de izquierda, la extrema derecha está aprovechando la frustración del sector agropecuario y se está infiltrando en sus protestas. La Agrupación Nacional (RN), liderada por Jordan Bardella, ha adoptado una estrategia centrada en discursos anti-ecologistas, anti-europeos, anti-gubernamentales y pro-rurales, resonando como una defensa de sus intereses.
Lo mismo está sucediendo en España, en donde representantes de la derecha y la ultraderecha están intentando capitalizar estas manifestaciones, llegando, incluso, a generar el rechazo de quienes estaban haciendo el reclamo. Este hecho ocurrió en Valladolid, cuando el vicepresidente de la Junta de Castilla y León y líder de Vox en la comunidad, Juan García-Gallardo, fue abucheado por agricultores durante las protestas del 7 de febrero al intentar hacerse una foto con las personas que se estaban manifestando, surgiendo frases como «A hacerse la foto no» «A aprovecharte de nosotros no» «Menos aplaudir y más hacer».
La verdadera causa de la competencia desleal de los mercados
Los intereses del libre mercado representan un gran conflicto en relación a las propuestas del Pacto Verde Europeo, el cual plantea transformar la economía de la UE hacia una sociedad equitativa y con una economía sostenible, eficiente en el uso de los recursos y competitiva. No obstante, estas metas ambientales chocan con las políticas del libre mercado, que promueven ante todo la competencia con el fin de obtener la mayor rentabilidad posible. Es así como queda en evidencia la contradicción de un proyecto, que puede parecer beneficioso en los papeles, pero que no se adapta a la realidad política y económica actual.
Ante esta enorme discordancia de intereses, se debe tener en cuenta que si los partidos de derecha y extrema derecha se introducen en el reclamo, el futuro de las luchas y resistencias de las personas agricultoras será incierto y preocupante, ya que son algunos de los principales responsables de esta competencia desleal, debido a su antagonismo histórico a las regulaciones en todo lo que respecta a las leyes comerciales, y que solo utilizan la protesta para promover su ideología nacionalista y racista.
La agenda 2030 y el sector agropecuario
Los objetivos de la agenda 2030 tienen una relación directa con las protestas del sector, ya que incluyen medidas que podrían cumplir su necesario cometido, si no fuera porque representan una gran dificultad burocrática para la agricultura europea, y porque no frenan las acciones comerciales de las grandes corporaciones, como Carrefour, Mercadona, Alcampo, entre otras, que para obtener más ganancias, importan alimentos de otros países a precios muy bajos, en donde las mismas normativas no son necesarias o, incluso, no existen.
Algunos objetivos como el Pacto Verde Europeo, buscan convertir a la UE en el primer continente climáticamente neutro para 2050, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, fomentando las energías renovables y la economía circular, y protegiendo la biodiversidad y los recursos naturales. No obstante, el apoyo que debería proporcionar para esta transformación la Política Agrícola Común (PAC), como principal instrumento financiero y normativo de la UE, es insuficiente y lo están pagando las personas trabajadoras, que deben abandonar sus tareas básicas en el campo para realizar las gestiones burocráticas que cada vez son más complicadas y que muy pocas veces se asignan, quedando imposibilitadas de competir con las multinacionales.
Si bien, la agenda 2030 de la UE se elaboró con el objetivo de mejorar la sostenibilidad, la competitividad y la rentabilidad de la agricultura europea, es evidente que no se ha planteado de manera efectiva, por lo que urge escuchar cuáles son las necesidades del sector e intervenir con medidas ante las negociaciones internacionales de las grandes empresas. Sobre todo, es importante dejar fuera de la lucha a quienes tienen gran parte de responsabilidad en esta problemática, y que se posicionan en contra de las necesidades medioambientales y el comercio internacional, no para encontrar una solución, sino con el fin de ganar adeptos a sus ideologías extremas. De otra manera, el futuro del sector agropecuario y el de la sociedad europea en general continuará en riesgo.
Bárbara Balbo