PRENSAMÉRICA ECUADOR - CGN Noticias.- Darwin Castillo perdió a su padre en medio de la pandemia en Guayaquil, el foco de mayor contagio en Ecuador. Fue a recuperar el cuerpo en una morgue atestada. Cuando abrió la bolsa se dio cuenta de que no era el de su familiar. Han pasado poco más de dos semanas y todavía no sabe dónde está el cadáver. Castillo, un obrero de 31 años que trabaja en una fábrica de productos de plástico, terminó por devolver el ataúd a la funeraria.
"No le echo la culpa al hospital o a la morgue. Había gente muriéndose en la entrada. Yo quisiera que mi papá apareciera y darle una cristiana sepultura, darle un ramo de rosas a mi viejo", dice el hombre a la AFP. La frustración corre de la mano de la tristeza. Manuel, el padre de Castillo, tenía 76 años, era un paciente que recibía diálisis, y la obstrucción de un catéter le causó la muerte el 31 de marzo.
El hijo fue a buscar el cuerpo dos días después en el tanatorio del hospital Los Ceibos, el mayor de Guayaquil y destinado a pacientes con coronavirus, que ya ha matado a más 400 personas en Ecuador y del que se han contagiado más 8.000 casos. El 70% de los infectados se concentra en la provincia de Guayas y su capital, Guayaquil.
Castillo tropezó con una morgue repleta. Confiesa que sobornó a uno de los empleados con 150 dólares para recuperar el cuerpo de entre los 170 que, según le informaron, había en el lugar. Era tal el colapso, añade, que las autoridades instalaron un contenedor refrigerado para conservar a otros 46 cadáveres. Castillo recibió la bolsa y la abrió para ver a su padre, pero se encontró con el cuerpo de otra persona, "un hombre con bigote y con ropa diferente".
"El señor tenía el brazalete que te ponen cuando ingresas al hospital y decía Rodríguez", relata. Entonces le dieron la oportunidad de hurgar entre los muertos, incluidas víctimas de la Covid-19. "Si no hubiera habido este problema yo busco muerto a muerto a mi papá, pero yo me exponía". Castillo desistió de la búsqueda ante el temor a contagiarse.