BARCELONA / ESP.- «La crisis de Gaza se está convirtiendo en una crisis mundial de la libertad de expresión, especialmente en países conocidos por apoyar el derecho a la manifestación pacífica». Así defendía una vez más la importancia de la libertad de expresión Irene Khan, Relatora Especial de las Naciones Unidas para la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, y la primera mujer en ocupar este cargo desde su creación en 1993. Desafortunadamente, la represión ejercida por las grandes potencias occidentales hacia la ciudadanía que alza la voz contra el genocidio israelí parece darle la razón.
Movilización global a favor de Palestina
Manifestaciones en todo el mundo han pedido el cese de hostilidades en la Franja de Gaza y han condenado la vulneración de los derechos del pueblo palestino. Estas protestas están siendo especialmente notables en ciudades europeas y americanas. En numerosos países democráticos, incluyendo EE.UU., Francia, Alemania, Países Bajos y el Reino Unido, se está ejerciendo una dura represión por parte de las fuerzas policiales e institucionales contra quienes se manifiestan en contra del genocidio perpetrado por Israel en Palestina. Un gran número de estudiantes de diversas universidades han salido a las calles en rechazo a la ofensiva militar israelí, exhibiendo pancartas con consignas como “Palestina libre” o “Detengan el genocidio”. Sin embargo, la respuesta ha sido una brutal represión, con más de 1000 personas detenidas por participar en manifestaciones pacíficas.
Ante estos hechos, pondera la imparcialidad de algunos medios de comunicación controlados por organizaciones y personalidades que tienen alguna implicación en este repudiable capítulo de la historia. Ya sea por intereses políticos y económicos, esta elite emplea su influencia para manipular la narrativa y ofrecer una versión distorsionada de los acontecimientos.
Vulneración absoluta de los derechos humanos
Aunque el máximo tribunal internacional declare que estamos presenciando un genocidio, los intereses económicos se posicionan con impunidad sobre los derechos humanos mediante estrategias que desacreditan y criminalizan el apoyo a las víctimas. Estas se basan en estigmatizar a quienes critican los delitos de Israel como si fueran simpatizantes de Hamás, de la misma manera que se señala como seguidor o seguidora de Putin a quienes cuestionan las contradicciones de la OTAN en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Es así como la criminalización de la resistencia civil se convierte en una táctica que busca deslegitimar y silenciar a los que se oponen a la masacre de la población palestina, la cual no sólo se limita a los individuos, sino que también se extiende a las organizaciones y movimientos que expresan su desacuerdo ante la guerra, siendo a menudo objeto de vigilancia, infiltración y sabotaje por parte de las autoridades.
Esta nueva forma de criminalización de la disidencia es un reflejo de cómo laos grupos de magnates están dispuestos a ir más allá para proteger sus intereses y mantener el status quo. Sin embargo, a pesar de estas tácticas, la resistencia civil a la guerra y al genocidio sigue siendo fuerte y resuelta, y continúa luchando por la paz y la justicia.
Situación Actual de la Guerra
La situación actual de la guerra entre Palestina e Israel es realmente desalentadora. Israel continúa su ofensiva militar sobre Gaza tras más de siete meses de guerra contra Hamás, con bombardeos en varios puntos de la Franja, entre ellos Rafah, donde se hacinan cientos de miles de personas palestinas. La principal agencia de ayuda de la ONU en Gaza (UNRWA) estima que casi 79.000 personas han huido de la ciudad sureña de Rafah.
Estados Unidos ha mantenido un apoyo firme a Israel. El secretario de este país, Antony Blinken, manifestó el “férreo compromiso” de EE.UU. con la seguridad de Israel. Mientras tanto, la posición de los países europeos permanece diversa y pasiva. En general, todos se muestran de acuerdo con la solución de los dos Estados, pero esta posición se ha traducido en poco ante la magnitud del conflicto actual.
Aunque hay un vago consenso sobre las resoluciones de Naciones Unidas, cada Estado miembro tiene su propia posición y sus relaciones particulares con Israel y Palestina. Por ejemplo, Suecia se convirtió en 2014 en el primer Estado de la UE en reconocer el Estado palestino, mientras que para Alemania la defensa de Israel es una cuestión de Estado. En cuanto a la Unión Europea (UE) como entidad, se enfrenta a una grave crisis diplomática por su posición ante la problemática, lo que la lleva a ser ampliamente criticada por su falta de unidad y acción decisiva.
Es por ello que la movilización mundial en apoyo a Palestina representa hoy en día la única vía ante la creciente preocupación por el genocidio que no cesa. Quizás el activismo social pueda lograr lo que deberían haber resuelto hace meses el conjunto de representantes que votamos, precisamente, para que respondan ante las masacres y las crisis humanitarias.
Bárbara Balbo.