Zenobio Saldivia Maldonado
Periodistas de Prensamérica Internacional, conversaron con el Director Cultural de esta plataforma periodística y noticiosa homónima en torno a la celebración del Día Internacional del Libro, y en especial en el legado implícito que encierra dicha conmemoración. Esto fue lo que nos comentó dicho directivo y académico de la U. Tecnológica Metropolitana, en Santiago de Chile:
La celebración del Día Internacional del Libro consignada el 23 de abril de cada año, generalmente llena de regocijo a los escritores de todo el mundo, a los editores, a los bibliotecólogos y a los exponentes de la cultura regional y nacional. También suele ser una ocasión para reflexionar sobre los autores o su creatividad literaria individual, o bien para pensar en los lectores y los usuarios de los libros. En cuanto a los escritores, éstos sienten que por fin al menos un día al año algunos mencionarán su nombre y o algunos de sus textos. Por su parte en esta fecha los editores sacan sus cuentas de los libros publicados bajo su sello durante el año anterior, y estudian cuales han sido más exitosos o cuáles han sido más vendidos. En cuanto a los bibliotecólogos, éstos perciben que su quehacer tiene sentido y que están para contribuir a la difusión de la cultura y el arte, y estiman que su elección profesional es reconocida socialmente y que pueden seguir trabajando para motivar a los jóvenes a introducirse en la lectura. Y en cuanto a los diversos exponentes de la cultura, destaquemos al menos a los profesores; quienes no siempre sacan cuentas muy alegres pues sus alumnos le solicitan cada vez menos textos para leer y más interacción digital; a su vez para los filósofos, es una ocasión para recordar a Platón, Aristóteles, Sto. Tomás de Aquino, Heidegger, Ortega y Gasset y a Sartre entre tantos otros, y perciben que el libro no sólo es un objeto rectangular con hojas impresas, sino que es un medio para comunicar cultura, para compenetrarse de las formas de vida de otros tiempos y para conocer los anhelos y esperanzas de muchos hombres y mujeres que han dejado un mensaje en este formato. Y que corresponde por tanto, analizar dichos conocimientos; entrar en esa prosa matizada de valores y sueños, como si fuera un mandato. Y entonces descubren que allí, saltando entre los párrafos y las letras hay un grito de vida, una expresión de humanidad que no quiere perecer que trasciende por su propio mensaje escrito. Es la esperanza, el anhelo párenme del autor que espera que lo escrito no muera, que sea recogido, conversado, discutido y que en su tiempo o en otros tiempos venideros, se reconozca y valore el mensaje de humanismo y la riqueza psicológica individual del autor para ser mejores. Esa esperanza es lo que aspiramos a recoger y continuar los escritores de Chile y del mundo en esta fecha, más allá de las ceremonias y más allá de los cálculos mercantiles.