Las recientes revelaciones de cuatro militares imputados en el caso Las Malvinas, han causado conmoción en la sociedad. Durante la segunda reconstrucción de hechos, realizada entre la noche del domingo 27 y la madrugada del lunes 28 de abril, los uniformados detallaron cómo los menores fueron brutalmente agredidos: patadas, correazos, golpes en la cabeza y en el pecho, y hasta disparos intimidatorios a escasos centímetros de los niños marcaron las últimas horas de las víctimas antes de ser abandonadas, desnudas y golpeadas, en un paraje rural de Taura.
Según los testimonios, el teniente a cargo habría obligado a los adolescentes a quitarse la ropa mientras los golpeaba, y uno de los cabos los lanzó violentamente desde una camioneta, provocando graves heridas en la cabeza. Las nuevas versiones no solo amplían la gravedad de los hechos, sino que también retratan un escenario de extrema violencia y abuso de poder, dejando a la opinión pública impactada ante el nivel de brutalidad narrado por los mismos procesados.
La Fiscalía ultima los detalles para cerrar la etapa de instrucción y preparar la audiencia de juicio, mientras organizaciones de derechos humanos califican los hechos como posibles actos de tortura. La sociedad, entre la indignación y la incredulidad, sigue exigiendo justicia para Steven, Josué, Saúl e Ismael, los cuatro menores que nunca regresaron a casa.