Cuando ya se ha cumplido más de un año de la pandemia, varios países, han empezado su proceso de vacunación y otros tienen proyectado hacerlo en el primer trimestre de este 2021. La vacuna contra el Covid 19, aliciente que calmará la incertidumbre y el inminente peligro de enfrentarse con la muerte, se ha convertido en una lotería, difícil de alcanzar.

Algunos países en Latinoamérica ya han comercializado el producto con algunas farmacéuticas, pero no revelan el precio final, debido a una cláusula, vinculada al secreto comercial que impide divulgar el costo. Confidencialidad o conveniencia es la definición exacta que el mundo necesita saber, pues esta inusual estrategia mercantilista deriva en una extrovertida sospecha económica planificada por ciertos gobiernos que aventuran con la salud de sus habitantes.

Ecuador, el 20 de enero, recibió 8 mil vacunas de la compañía PFizer, para inyectar y aplacar en algo a personal de la salud que labora en primera línea de los principales hospitales del país. Posteriormente, el 17 de febrero, llegaron 16.380 dosis más que serán utilizadas solo en los grupos vulnerables. Sin embargo, algunos medios de comunicación denunciaron que la famosa y escasa vacuna ha sido aplicada, en primera instancia, a familiares de la burocracia estatal, delito por el cual el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, será llamado a juicio político por parte de la Asamblea Nacional; aseveraciones que denotan que el Plan Nacional de Vacunación ha fracasado y que no se está realizando dentro de los parámetros establecidos, lo cual origina, una vez más, la desconfianza que el pueblo ecuatoriano tiene contra este controvertido e ineficaz Gobierno.

Lo más conveniente sería que la empresa privada importe la vacuna y que el Estado controle los precios para que no ocurra la especulación, con un tope máximo en el valor, pero que aplacaría y frenaría rápidamente el contagio que ocasiona el virus en la población. Miles de productos tienen el aval del Gobierno para importación, solo esta preciada mercancía no cuenta con el permiso respectivo, o a lo mejor la OMS y las grandes farmacéuticas convinieron este pacto estratégico que beneficia intereses coyunturales. La libre importación es el mecanismo más idóneo para que millones de compatriotas puedan acceder con soltura a esta inalcanzable y engorrosa inoculación. Mientras tanto, seguiremos esperanzados que algún día, por obra y gracia del Espíritu Santo llegue la inmunización a nuestros hogares, calamidad permanente y asociada a fines especulativos que se deriva de la ignominia y desidia de un Gobierno que nunca atinó, ni atinará a un plan eficiente y satisfactorio de salud para el bienestar de los ecuatorianos. La vacuna será un trofeo a largo plazo que sólo estará en la vitrina de unos cuantos avivatos, convirtiéndose en una desleal competición que solo beneficia al aparato burocrático del Estado y no a los más necesitados de la Patria.