Quienes estuvimos en Chile durante el desarrollo de los auto-atentados al país realizados por los chilenos y en perjuicio de ellos mismos, sabemos que más allá de convertir en un Meme la muerte del tristemente célebre expresidente Sebastián Piñera, consideramos que mucho fue el daño perpetrado por los ‘chilenos de a pie’, por el Aparato de Seguridad y Represión al mando de Piñera. Quienes vimos de cerca la perfección militar con la que se desarrollaron las detonaciones en el Metro de Santiago; quienes vimos a estudiantes con alguno de sus ojos saltando fuera de sus órbitas oculares envueltos en gas y sangre, podríamos decir, en mi calidad de testigo presencial de tan brutales palizas a los ciudadanos chilenos, me atrevo asegurar que Piñera merecerá (por protocolo) su Funeral de Estado, pero nunca, el perdón de las víctimas violentados por Carabineros de Chile, por el Ejército de Chile, por los agentes encubiertos de la PDI, y por quienes medran aún en las sombras.
Quienes estuvimos ahí, en el Estallido Social, no vimos a venezolanos organizando refriegas de guerrilla en las calles del país; tampoco vimos a cubanos o haitianos detonar explosivos en algunos edificios, como sí sabemos que existieron expertos militares chilenos en tales acciones.
La Prensa, Chile Visión, CNN, Canal 13, Mega y las demás cadenas Coping-Page del país, nunca usaron la palabra Terrorismo, cuando ardían las farmacias, supermercados, autobuses y hasta personas en llamas, el discurso de la Prensa-Estado, siempre fue dirigido a retratar aquello como manifestaciones, reacciones, desmanes, pero nunca Terrorismo, eso jamás, pero cuando un mapuche lanza una piedra a una patrulla, ahí sí vemos grandes despliegues policiales para reventarlos contra el pavimento y aplicar sobre ellos todo el peso de la ley trucha llamada Ley Antiterrorista (18.314). ¿Es eso Justicia? ¿Pagó Piñera por su responsabilidad política? Pues claro que no, ya está muerto, y miles de chilenos, muchos de ellos que gritaban enardecidos «Piñera, escucha, ándate a la chucha», hoy se rasgan sus vestiduras en redes sociales y medios corporativos del país, llorando dramáticamente por la muerte de quien se enriqueció toda su vida a costas del Sistema y también de su trabajo.
¿Merecen los chilenos lo que tienen? Sí. Y más que eso. Chile es un país racista. Violento. Usurpador. Que roba tierras, vidas, derechos, dinero y esperanza tanto a los chilenos, como a los peruanos y bolivianos. Todo esto y a través de la historia, a vista y paciencia de la Masonería, de la Iglesia, de las ONGs y del mundo entero.