¿Feliz Pascua de Resurrección?
¡Sólo le pido a Dios
que la Guerra no me sea Indiferente,
es un Monstruo Grande y Pisa Fuerte!
Si Jesús naciera hoy, quizás lo haría debajo de los escombros de una casa en Gaza. Esa es la cruda realidad. La triste fiesta de resurrección que se vivirá esta nueva semana santa en la ciudad de Belén por la guerra y el genocidio en palestina, ya ha costado la vida de más de 8.000 niños han muerto, ya en la operación militar israelí en Gaza.
Atrás quedo la imagen romántica de niños buscando huevos de chocolate por sus casas y jardines. Hoy la ofensiva israelí continúa sin tregua en Gaza y miles de familias de palestinos inocentes son aniquilados sin tregua, los asesinados superan ya los 50.000 y aumentando cada día que pasa en Belén, donde se sitúa el nacimiento de Jesús.
Los ríos de sangre, los inmensos sacrificios, las dificultades y la heroica resistencia del pueblo palestino por su tierra son la vía hacia la libertad y la dignidad son un ejemplo. Tras estas dantescas imágenes ¿Qué podemos celebrar o reflexionar este Fin de Semana Santo? Creo que este año no hay nada que celebrar, sino guardar silencio en nombre de los miles de niños asesinados. El pueblo palestino está decidido a continuar su lucha para lograr sus derechos legítimos, el derecho a un Estado independiente y plenamente soberano, donde puedan vivir con dignidad en su patria.
Civilización occidental y cristiana
León Ferrari (1965) en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario.
Reflexionar y hablar sobre el significado verdadero de la Pascua de Resurrección, no solo el afán consumista de los chocolates. La alegría de la llegada del Conejito, ya no será la misma que se vivía hace años atrás donde el amor era el relleno que cubría los chocolates y los huevitos de la fiesta. Al otro lado del mundo cientos de familias, no tendrás dicha festividad, sus mesas estarán vacía y en miles de ellas un hijo no se sentará a la mesa, debido a los bombardeos sobre palestina, pero, aunque estemos separados por miles de KM. Nuestros corazones deben encontrarse más unidos que nunca con el sufrimiento de ese pueblo.
Esperemos que el amor llegue a los gobernantes de los países que apoyan a Israel, que tiene sus manos manchadas de sangre tras los bombardeos y al ser cómplices pasivos. Que el amor ilumine la oscura avaricia de la venta de armas e intereses económicos. El amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe.
Albert Einstein, señalaba: “El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios y Dios es amor.”
Esta fuerza lo explica todo y das sentido a la Vida. Esta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no aprendido a manejar a su antojo. Llegando a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, por qué no tienes límites. Y mientras el pueblo de palestina, siga luchando con ese amor, nunca serán vencidos.
Un Niño Jesús entre escombros recuerda desde Belén a los pequeños fallecidos en Gaza.
En estos días de Semana Santa, un tiempo de profunda reflexión y renovación espiritual, me siento motivado a compartir con ustedes queridos amigos y lectores, estas sensibles palabras que se entrelazan con los temas de nuestra realidad global, especialmente en relación con el genocidio en la franja de Gaza y la lucha por los derechos humanos.
La Semana Santa, el pueblo palestino con su poderoso mensaje de sacrificio, redención y esperanza, nos invita a contemplar las sombras de la violencia y el sufrimiento que aún perviven en nuestro mundo, como en esas tierras manchadas de sangre por la masacre en contra de miles de civiles inocentes. Aunque nosotros no seamos pertenecientes a dicha cultura. Este genocidio nos recuerda la importancia de la empatía, el perdón y la reconciliación, principios que son fundamentales en nuestra búsqueda de la paz y la justicia.
Al reflexionar sobre el sufrimiento de Cristo, podemos encontrar un paralelo en las penurias de aquellos que viven en medio de esa violencia permanente. La Semana Santa nos desafía a mirar más allá de nuestras propias vidas y a compadecernos de la lucha y sufrimientos del pueblo Palestino, inspirándonos a actuar con compasión y justicia.
En este período de reflexión, consideremos cómo podemos contribuir a un mundo y país más fraterno y justo. Pensemos en cómo, a través de nuestras acciones y decisiones, podemos ayudar a aliviar el dolor y el sufrimiento y promover un respeto duradero por los derechos humanos.
Que la Semana Santa, independientemente cual sea nuestro credo, nos inspire a trabajar incansablemente por la paz y a construir puentes de entendimiento y solidaridad entre los pueblos. Que nos motive a transformar el ciclo de violencia en un ciclo de sanación y renovación, donde la luz de la esperanza y la humanidad brille con fuerza en cada rincón de nuestro mundo.
Con estos pensamientos, les deseo querida comunidad y lectores, una Semana Santa reflexiva y significativa, llevando en nuestros corazones el anhelo de un futuro donde reine la paz y la humanidad prevalezca sobre este histórico conflicto.
Como lo señalo la gran Mercedes Sosa, el Mejor Huevito que podemos recibir, es la Dulce melodía de la Paz:
“Sólo le pido a Dios, que la guerra no me sea indiferente. Es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente. Es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente”.
Del AutorMiguel Angel Rojas Pizarro: Papá. Psicólogo Clínico y Educacional, Profesor de Historia y Cs. Políticas, Post Título en Orientación Vocacional, Magíster en Educación con estudios de Doctorado y y Convivencia Escolar. Bombero, Académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Aysen y Libre Pensador.