BARCELONA / ESP.- El informe PISA es una evaluación internacional de las competencias de estudiantes de 15 años en matemáticas, lectura y ciencias. Participan más de 80 países y territorios, y se publica cada tres años. En base a ello, se compara el rendimiento académico del estudiantado, como también las fortalezas y debilidades de los sistemas educativos. Según los resultados de 2023, China lidera el ranking, con Singapur y Estonia, seguidas por Canadá, Singapur, Japón, Corea del Sur, Irlanda, Finlandia y Suecia.
Sin embargo, obtener la mejor calificación en el informe PISA no implica estrictamente que estos países dispongan de un sistema educativo más saludable, y tampoco asegura el éxito profesional y personal del alumnado a futuro. De hecho, diversas investigaciones han revelado que hay un alto costo emocional asociado al éxito académico en algunas de estas naciones, y otros estudios afirman que quienes obtienen logros significativos en lo profesional y personal, no siempre han destacado en calificaciones durante su etapa académica, sino que se han atrevido a romper las reglas establecidas, consiguiendo trascender.
En el caso de China, estudios realizados por las Universidades de Hong Kong, Pekín y Tsinghua, demuestran que el conjunto de estudiantes de este país con mejores calificaciones suelen presentar un mayor índice de depresión y ansiedad que sus pares con calificaciones más bajas, debido a la presión social y familiar que deben afrontar para alcanzar altos estándares, así como a la carencia de apoyo emocional y orientación vocacional.
En cuanto a Japón, estudios desarrollados por las Universidades de Tokio y Kyoto, encontraron que el estudiantado japonés con mejores notas experimenta una menor satisfacción con su vida personal y social; y otra investigación realizada por la Universidad de Osaka, señaló que quienes obtienen puntuaciones más altas, cuentan con mayor autoestima y satisfacción personal, pero muestran preocupantes signos de ansiedad. Estos estudios exponen que el informe PISA no mide todos los aspectos relevantes de la educación, como el bienestar emocional y social del alumnado, aspectos que son fundamentales para su desarrollo integral y su felicidad futura. Pues, entre los principales motivos que presentan estas investigaciones, se encuentran la cultura competitiva y muy exigente en el ámbito académico, así como a la dificultad para equilibrar las responsabilidades escolares con las personales en etapas en las que las relaciones humanas son determinantes.
En contraste, otros países como Finlandia y Suecia, cuentan con sistemas educativos centrados en el bienestar emocional y social de los estudiantes, figurando muy frecuentemente entre los primeros de este informe y logrando altos niveles de rendimiento académico sin sacrificar la salud mental ni el desarrollo integral del conjunto de estudiantes. Por ejemplo, Finlandia, tiene un sistema educativo público y gratuito, sin cobro de matrícula ni selección por centro. Además, fomenta desde los primeros años de educación el respeto mutuo, el trabajo cooperativo y el aprendizaje individualizado, según las necesidades e intereses de cada estudiante. Estas características, junto a otras como la reducción de deberes extraescolares y horas lectivas, favorecen un clima escolar positivo y una mayor autoestima y motivación para aprender.
Por su lado, Suecia, también cuenta con un sistema educativo público y gratuito, pero además, ofrece educación emocional y social como parte del currículo escolar desde el nivel infantil hasta la secundaria, gracias a la cual se desarrollan habilidades sociales como la empatía, la comunicación asertiva y la resolución pacífica de conflictos, lo que contribuye a mejorar las relaciones interpersonales entre estudiantes y previene situaciones hostiles como el acoso escolar y la violencia.
Estos países demuestran que es posible tener sistemas educativos que combinen el rendimiento académico con el bienestar emocional y social de los estudiantes, que sean más equitativos, inclusivos y humanos. Pero más allá de PISA, también existen estudios que explican que, al contrario de lo que se suele creer, las calificaciones académicas no reflejan la capacidad intelectual ni las habilidades de los individuos, y que hay muchos factores personales y sociales que influyen en el éxito profesional y personal, como la investigación realizada por Eric Barker, experto en comportamiento humano, quien reveló que el éxito profesional en muchos casos se obtiene por trascender a las normas, algo que resulta muy difícil para el conjunto de estudiantes que suelen seguir las reglas estrictamente para lograr altas puntuaciones.
Por lo tanto, es necesario complementar el informe PISA con otras fuentes de información que nos permitan evaluar la calidad de la educación desde una perspectiva más amplia y holística, como así también considerar que la cultura de la competición no es sinónimo de felicidad y éxito, ni de estabilidad económica y salud. Ante todo, debe priorizarse el bienestar, tanto personal como social, realizando con empeño y constancia nuestras actividades, pero teniendo en cuenta las necesidades y aspiraciones individuales.
Bárbara Balbo.