Publicaciones de VERÓNICA MANCILLA CRUZ (4)

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UNA HISTORIA MÁS EN MI MÉXICO

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ARTE URBANO

Colaboración especial de Enrique Herrera Carrillo

         ¿Cuantos de nosotros seguimos utilizando EL doble sentido, de las palabras soeces sin utilizar malas palabras? Como decía el maestro Salvador Flores Rivera: no existen malas palabras, solo malas interpretaciones o malas intenciones, se puede ofender a alguien sin decir una mala palabra, hasta con la actitud, pero el “ALBUR”, el verdadero albur, es un arte.

          Como muchas cosas tradicionales de nuestro México antiguo, se han perdido las carpas, los teatros de revista, incluso el Burlesque, la música callejera, las peñas, los cilndreros, los mimos, los marioneteros y un sin número de iconos del arte que se gestaron en esta gran ciudad, algunos influenciados por otras culturas, pero en su gran mayoría, se crearon en México, como una identidad de riqueza cultural, basada en la necesidad de los citadinos de diversión, expresión propia y por supuesto por la ausencia de artilugios como la tv. Celulares y todo aquello que hoy sirve para distracción y entretenimiento. Que no existía aún o estaba lejos del alcance de la mayoría; como las primeras televisiones, había quien cobraba un peso para que los niños pudieran ir a ver las primeras series animadas, películas en blanco y negro o las todavía películas mudas, compitiendo con los cinemas.

           En esa época surge una generación de faranduleros, muy creativos, que recogían el sentir del folklor citadino, en su forma de hablar y expresarse. Es aquí donde surgen personajes como LAS CUCARAS, CHAF Y QUELLI, PALILLO, CANTINFLAS, entre muchos otros famosos y no tan conocidos. Pero el más popular y sobre todo audaz, creativo y prolijo, fue el maestro CHAVA FLORES. Cronista urbano de historias citadinas, que lejos de ser aburridas y tristes, quedaron plasmadas en el folklor de la ciudad de México, regodeándose en el doble sentido, criticando a la familia mexicana, sus usos y costumbres, satirizando las fiestas en donde se tiraba la casa por la ventana, las bodas, bautizos, quince años y cumpleaños. Todo ello con una desfachatez picara y creativa, mezclando el albur y el doble sentido, tan clásico en los barrios de esta gran ciudad.

          Describió también la vida cotidiana, la tienda del barrio, la bonita que lucía sus virtudes bajo el deseo de los que anhelaban su amor, así como canciones de amor y desamor, el interés de las mujeres,  la casa de la vecina y su desastrosa higiene, el recién nacido metro de la ciudad de México, el jolgorio de los fines de semana y su sábado distrito federal, el retrato de la novia que le da a su amado como prueba di amor, los grandes sueños del mexicano de sacarse la lotería y no tener que trabajar nunca más, los niños que a través del juego de canicas terminan de pleito, los velorios y su popular forma de reunir a los que rodeaban al finado, los que andaban en busca de la fiesta para colarse, el mísero sueldo que recibía el trabajador y su contribución al hogar, las pulquerías y su muy sabroso chalchicotol, la trabajadora doméstica y el poder que adquiría en la casa de los patrones, los paseos por el parque para conseguir pareja, así como las sátiras que hizo a las películas de vaqueros, tan de moda en esa época.

        Hay una que a mí me llamo mucho la atención, ya que en cierta ocasión que tuve la oportunidad de convivir con él, ya que alternábamos en una peña que se ubicaba en Félix Cuevas, donde tuve la ocasión de conocer a Chaf y Quelli, las Cucaras y muchos otros que, por temor a omitir a algunos, no enumero. Fue ahí donde en un intermedio, le comenté que era una canción muy bonita, infantil y que solo le conocía otras dos similares, el oso carpintero, el gato viudo y el tema en cuestión; CUENTO DE HADAS, me miro con asombro y note en sus ojos un brillo de tristeza, que me hizo sentir incomodo, ya que no imagine que mi pregunta causara esa reacción. Sin embargo, accedió a contarnos a los que estábamos ahí reunidos, ya que siempre queríamos convivir con aquellos a quienes ya les mencioné y el maestro chava, ya que era casi siempre una tertulia de bromas, por demás finísimas, cálidas y que causaban hilaridad por su ingenio y buen gusto.

       Comenzó platicando que su situación económica no había sido de opulencia en algún momento, como buen artista, pero sobre todo a pesar de haber grabado tantas canciones y que otros grandes artistas lo grabaran también. A través de esto nos platicó que un día de reyes, no tenía dinero para los juguetes de sus hijas, estaba triste y acongojado por esta cuestión y no sabía qué hacer, en ese momento lo único que tenía era su creatividad y les escribió esta canción a sus hijas.

Una vez frente al viejo Castillo
Que es papá de los niños del seis
Nos sentamos a oír cuentos de hadas,
Espadazos y brujas también

Nos contó que una vez una reina
Su marido chambeaba de rey
En un cuarto muy triste lloraba
Pues la luz le cortaron antier.

Como el rey era pobre ganaba
Treinta míseros pesos al mes,
Por supuesto que no le alcanzaba
Para darse una vida de rey.

Y la reina lloraba y lloraba
Con un perro pulguiento a sus pies
Y de pronto se aparece un hada
Que ha dejado a la reina de a seis.

Como el hada era un hada moderna
Al perrito le echó DDT
Le prestó un paliacate a la reina
Y le dijo: -¿Por qué llora usted?

-¡Ay señora! yo lloro de pena
Porque es pobre, muy pobre mi rey,
Ni frijoles hay para la cena,
Sólo queda guisado de antier.

Pero el hada era muy comelona
Y se almuerza el guisado de buey
Y le vino un torzón por tragona
Salvadota que se ha dado el rey.

Ya la reina empeñó su corona
La varita del hada también
Colorín colorado ¡que cuento!
Yo por eso no quiero ser Rey

 

        Poco tiempo después, partió de la ciudad de México, con rumbo a Morelia Michoacán ya no volvimos a saber del hasta que poco después del terremoto del 85, nos enteramos de su triste perdida.

       Descanse en paz el mayor cronista de nuestra ciudad, cerro sus ojitos don CHAVA.

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UNA HISTORIA MÁS EN MI MÉXICO

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PERMISO PARA DELINQUIR

Relatado por Enrique Herrera Carrillo 

Latinoamérica siempre se ha caracterizado por la calidez de su gente, su cultura tan variada y que decir de sus climas, gastronomía, arquitectura, paisajes, playas y un larguísimo etcétera de bondades reunidas en un solo continente. Contrasta ampliamente con el hecho de tener un lugar muy alto de corrupción en prácticamente todos los niveles económico-sociales (según las estadísticas mundiales). Esto no es gratuito; por alguna razón, nuestra sociedad latinoamericana ha sido sistemáticamente corrompida desde lo más profundo de su raíz, hasta las más altas esferas sociales y políticas, evitando que tenga un crecimiento exponencial, a pesar de tanta riqueza (o tal vez precisamente por ello).

Pero hagamos una autocrítica de porqué y para qué de dicha corrupción y cómo se desarrolla desde el seno familiar, creando una mentalidad en la que nos han hecho creer que ser justos, honrados, honestos y solidarios 'es de tontos'.

Nací en el seno una familia de clase media baja, criados a la antigua, religiosos por antonomasía, vivíamos en una colonia de tantas, prácticamente, en ese tiempo, en las orillas del primer cuadro de la ciudad más grande del mundo actualmente, la Ciudad de México.

Como todo niño, nací inocente y con unas desbordadas ganas de saber y conocer acerca de todo lo que me rodeaba; por lo que desde que tengo conciencia y al alba, me sentaba a disfrutar amanecer desde la ventana de la sala de nuestro departamento, donde compartía un sofá-cama con mi hermano mayor, ya que la recámara estaba copada por la mayoría de la familia; en espera de que mi madre me diera mi primer alimento y poder salir a la calle, a convivir y jugar con la mayoría de los niños como en esa época se estilaba, hasta muy entrada la tarde, con sus respectivas pausas para comer, y regresar a la calle a seguir disfrutando.

Es ahí donde tengo mi primer contacto con la sociedad, sus vicios y costumbres, ya que no faltaba el grupo delincuencial que se gestaba en cada calle, imitando a los demás y compitiendo por lograr ser el más agresivo, audaz y hábil del barrio. A mis 5 o 6 años, comencé a acercarme a estos adolescentes que ya desde hacía tiempo, se venían adiestrando (a modo de juego y copiando a los adultos) en las lides de ganarle a los demás. Ya sea en peleas individuales o tumultuarias, con los grupos de otras calles o barrios, donde te entrenabas en la lucha cuerpo a cuerpo, ganándote un lugar y el respeto de tu “banda”. Combinado con la competencia en los deportes, que en ese entonces eran muy variados, ya que utilizábamos el asfalto de la calle, en esa época, mínimamente transitada por los pocos que tenían el lujo de adquirir un vehículo automotor; para dibujar en ella, una cancha de básquetbol, fútbol americano, baseball, o cualquier deporte que estuviera de temporada, incluido el fútbol.

Es en este contexto donde se comienza a ver a algunos integrantes de este grupo, que se organizan para ir a otros barrios a sustraer artículos como tanques de gas, bicicletas, autopartes y todo lo que estuviera mal puesto, no por necesidad, no para satisfacer alguna revancha o algo así, era sólo por el gusto de hacerlo y demostrar que podían hacerlo. Cabe destacar que no lo hacían en el barrio, ya que había códigos que debían respetarse, pero sobre todo porque la gran mayoría de los que habitábamos dicho barrio, éramos conocidos, por lo que el que consumía drogas, robaba o delinquía, lo hacía lejos del barrio.

Sin embargo en el seno de la “Banda” era motivo de presunción, vanagloria y porsupuesto, de ejemplo para otros, quienes por la necesidad de ser y pertenecer (ganarse un lugar) buscaban también crear sus propias anécdotas. A lo largo del tiempo me tocó ver y escuchar, cómo muchos de estos amigos, conocidos o como gusten llamarlos, fueron siendo arrestados o desapareciendo poco a poco, ya sea por robar o en trifulcas callejeras de bandas rivales.

Hoy a mi edad, observo a los jóvenes de esta época y me asombra cómo se han degradado en ese aspecto la sociedad, se acabaron los códigos, ahora el más ratero, vago y adicto del barrio, es motivo de orgullo para la pandilla de cualquier calle, remedo de mafiosos, con autos robados o adquiridos con el producto de actividades ilícitas, farsantes con ropa de marca de mal gusto, con el celular siempre en la mano, para sentirse importantes, con un arma en la cintura; pero sobre todo, con el miedo dibujado en el rostro, disfrazado de agresividad. Jóvenes que de la noche a la mañana desaparecen. son acribillados desde motocicletas o automóviles en movimiento, o simplemente, pasan a ser parias del barrio, cautivos de las drogas, pidiendo una moneda y durmiendo en automóviles abandonados o quicios de las casas, barriendo las banquetas o haciendo cualquier cosa para obtener unas monedas para su vicio.

En general, la gran mayoría, seguimos conservando la costumbre de ganarle a los demás, eso es lo que produce esta clase de jóvenes; el pasarte un alto, dar una mordida en lugar de pagar tu multa y asumir tu responsabilidad (porque eso… es de tontos), meterte en la fila, estacionarte en segunda y tercera fila, robarse las toallas y hasta el papel de baño en los hoteles y restaurantes y en fin… la lista es larga. Sin embargo, hasta las cosas más triviales, como el “no le vayas a decir a tu papa”, al cabo que todos lo hacen, que lloren en su casa y no en la mía, al cabo él tiene, ni se va a notar, que te preocupa si no es tuyo, mi hijo es incapaz de algo así, ha robado, pero no le hace daño a nadie, son lo que forman el acervo cultural de una sociedad con valores mal encausados.

Comunidades donde al parecer las leyes, normas y buenas costumbres, se hicieron para romperse, brincárselas o tener el dinero y los recursos (relaciones) para infringirlas impunemente, con la satisfacción del astuto, del listo, del abusado. Ningún estrato social está libre de este mal. Es por ello que cuando le hablas a la gente de honestidad, honradez, solidaridad, justicia y hermandad, inmediatamente ven vulnerado su muy preciado “Derecho a delinquir”

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POR LA: DOCTORANTE EN TANATOLOGÍA 

MARÍA GABRIELA PÉREZ BECERRIL 

Actualmente a nivel internacional desde el mes de diciembre de 2019 estamos atravesando por muertes masivas a causa de un virus altamente letal y contagioso llamado Covid 19; la sociedad y los gobiernos no tenían idea de la magnitud de lo que esto vendría hacer y las consecuencias que traería consigo. No es mi especialidad, ni mi materia hablar sobre dicho virus, pero es de resaltar los grandes cambios que este le trajo a la sociedad del siglo XXI, dicha sociedad estaba caracterizada por los grandes avances tecnológicos, las comunicaciones por medio de las aplicaciones universales de Facebook, Instagram, Whatts App, entre otras; individuos cada vez más despersonalizados e insensibles, pero comunicados, porque de inmediato te enteras en tiempo real de lo que sucede a kilómetros de distancia, lo que hacía que las noticias no tan verídicas circularan y otras si reales también.

Los especialistas referían que como sociedades cada vez había menos contacto personal, ya que era común ver un grupo de jóvenes o de adolescentes reunidos, pero cada uno absorbido por su dispositivo y en comunicación virtual entre ellos, pero, sin comunicarse entre sí, como normalmente hacíamos las personas de generaciones anteriores, cada vez más común ver gente que no leen libros físicos, sino virtuales, verlos caminando, cruzando avenidas pero completamente distraídos en sus teléfonos o tablets y qué decir de los  vídeojuegos.

Resulta que llega la pandemia, arrasa violentamente con muchas personas ocasionándoles la muerte de forma sorpresiva y terrible, sumida en grandes sufrimientos físicos y ante una gran impotencia al no tener vacunas o medicamentos que la contrarresten.

Indudablemente que esto trajo un gran cambio, podríamos anteponer el calificativo de macrocambio, ya que las tecnologías tuvieron un boom mayor; primero para las noticias trascendentes de la evolución y desarrollo de la epidemia, después para las comunicaciones interpersonales, ya que la movilidad se vio restringida a guardarte en casa para no ser contagiado o contagiar; las compras, el  trabajo, las reuniones, las escuelas, todo comenzó hacerse virtual, es más la religión también, ya que, a través de estas se realizan bodas, bautizos, comuniones, misas.

Y así es como se han llevado desde todo este tiempo la mayor parte de las actividades humanas, en el derecho ya estamos entrando a la época de los juicios virtuales, algo que no se veía tan próximo antes de la pandemia.

Y bueno, otro gran cambio para esta sociedad del siglo XXI es también, que ante estas muertes que son tan dolorosas, intempestivas, de muchos miembros en una familia trae consigo lo que actualmente se conoce como duelos de la pandemia, en donde desde otras implicaciones, la que hoy quiero resaltar es que las personas insisten que por la forma de que los cuerpos de sus familiares son entregados después de ser cremados y que no se les permite realizar los ritos funerarios acostumbrados durante siglos; es decir; velaciones de cuerpo presente, rezos, misas presenciales, el reunirse la familia y amigos para las despedidas; lo que las personas y los especialistas así como los  medios de comunicación afirman  que no se les está permitiendo cerrar los ciclos como se debe, que esto trae complicaciones al duelo y está creando grandes resistencias y rebeldías en las personas.

Sin en cambio; considero desde un punto de vista tanatológico, que ha llegado el momento de ver diferente a la muerte y como consecuencia sus ritos, es decir; esta sociedad del siglo XXI; debe actualizar de acuerdo a sus necesidades y circunstancias las formas de decir adiós a los muertos, esto no significa que no se haga, sino que se hace forma diferente.

Recordemos que el despedirse de alguien en la muerte es un acto personalísimo, la muerte es percibida de forma individual y única, por lo que la perdida que esta trae es diferente para cada persona, lo único que te une con los otros son los ritos en común, los cuales se hacen en grupo.

Otro factor detonante a esta problemática es que cuando el familiar ingresa al hospital ya no puede ser visto ni acompañado por nadie, sino que únicamente se dan informes por teléfono y por la misma vía les es comunicada la perdida de la vida, lo que genera que su negación y resistencia a la muerte detone, ya que no lo volvieron a ver y nunca se cercioraron de la evolución de la perdida de vida o y de su cremación.

Con esto sienten vulnerada la dignidad humana del que muere como la de ellos, lo que hace que se perciba este hecho desde una mirada más dolorosa y terrible. Sintiendo una gran incertidumbre del sufrimiento de su ser amado, y sobre si las cenizas entregadas serán de él.

 Esto se debe en gran parte al mal manejo de la información que se hace a través de medios electrónicos, que en la mayoría de las veces hacen circular informaciones nada veraces y que lo único que ocasionan es crear confusión y caos.

Ahora bien, ha llegado el momento del cambio o evolución en la enfermedad, muerte y sus ritos, ya no podemos seguir con los antiguos patrones, porque nuestra dinámica de vida ha cambiado, porque necesitamos soluciones nuevas a situaciones nuevas, tenemos que permitirnos el cambio, soltar y adaptarnos a lo que tenemos y a lo que va surgiendo.

Lo complicado de los duelos muchas veces es esa resistencia a aceptar lo que se está viviendo y aceptar la finitud de los seres humanos, ya que esta es inevitable, llegará por Covid o no, pero llegará y tu ser amado o tú mismo dejaras de existir.

Lo mejor sería empezar a trabajar en concientizar a la sociedad independientemente de sus creencias religiosas, espirituales, morales o éticas a aceptar la muerte como parte del proceso de vida, tener presente que ella llega en cualquier momento y que ante eso no hay nada que hacer.

Aprender amarnos y cuidarnos, para estar en posibilidad de amar y cuidar al otro, de disfrutar siempre todos y cada uno de los momentos de nuestra vida al lado de los demás, pero que esos momentos no serán eternos, ya que la eternidad no es humana.

Si vivimos nuestra vida desde el concepto de que es efímera e incierta podríamos vivirla con mayor plenitud y trascendencia, entenderíamos que el fin de la humanidad es: nacer, crecer, desarrollar, reproducir y morir y agreguemos trascender, amar, disfrutar, sentir, soltar, permitir, y todo aquello que venga a tu vida es un aprendizaje y ese maestro que toca te enseñe trae muchas cosas para tu crecimiento.

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Claudia Sheinbaum jefa de Gobierno de la Ciudad de México presentó esta noche el informe técnico de la COVID-19 en la entidad, el cual es poco alentador. La Ciudad de México tiene un acumulado de 60,474 casos positivos a Coronavirus, de estos 5,907 están activos, mientras que las defunciones suman 8,008. Los casos sospechosos son 12,982.

Con estas cifras la entidad se coloca nuevamente a la cabeza de la pandemia en el país, tanto en contagios como en defunciones. Los hospitales de la Ciudad de México reportan 17,938 pacientes recuperados. Hay 2,609 pacientes hospitalizados sin ventilación mecánica invasiva y 809 pacientes intubados.

Debido a que la entidad no ha bajado el número de casos y defunciones, algunas colonias volvieron a semáforo rojo, y a otras 34 se les está tratando como de atención prioritaria. Informe técnico CDMX.  https://covid19.cdmx.gob.mx/storage/app/media/CS_16JULIO_compressed.pdf

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