PABLO BARATINI DESDE VALPARAÍSO CHILE
María Victoria Maldonado Godínez.
1.- Llego a la entrada del patio y observo que hay poca gente, en realidad, algunas cuantas mujeres del barrio, algunos niños juegan y allá al fondo, se encuentra el humilde ataúd. La mayoría de los colonos le decían la Loquita, yo no supe mucho acerca de ella, pues cuando doña Lina, es decir, su madre y ella llegaron a vivir aquí, la niña tendría como diez años de edad, no se comunicaba, no hablaba, por lo cual a su madre no le gustaba que saliera a jugar con el resto de los niños.
Cuando don Rigoberto llegó a vivir con ellas, las cosas empeoraron, pues si ella quería salir, y trataba de revelarse, él la sometía a reatazos, pues le decía a su madre, que la niña era rebelde porque ella, no sabía corregirla, pero que a él no le iba a estar haciendo berrinchitos. Así, con el paso del tiempo y ante los “berrinchitos” de ella, quien además, no recibía ningún tratamiento o terapia, los castigos se tornaron más drásticos, al grado de que la amarraban del árbol del patio, la bañaban con agua fría e incluso la dejaban sin ropa.
En ocasiones la desataban para que entrara a dormir a la casa, y hace una semana que cuando se despertó su madre, ella ya no estaba en el tendido que le ponían para que durmiera, fue entonces que él se percató de que la puerta estaba abierta. De inmediato y con soga y cinto en mano, los dos salieron a buscarla, preguntaron en los alrededores si la habían visto, nadie supo dar razón.
Hasta días después que gracias a una conocida se enteraron de que había sido atropellada y que de emergencia se la habían llevado al hospital, donde hoy por la mañana falleció. Me acerco al ataúd, levanto la tapa y la miro, es una adolescente, de apenas 15 o 16 años y ahora, ahí tendida, veo que por primera vez en muchos años, es tratada con dignidad, como lo que es, un ser humano.
2.- Yo estaba en una banca del jardín, y mientras esperaba a una amiga, saboreaba una paleta, fue entonces que ella llegó, traía una niña en brazos, me dijo que si le podía regalar algunos pesos, para comprarle leche a su hija. Traté de saber un poco de ella y me percaté de lo incoherente de su plática, ya que primero me dijo que había salido de su casa hoy por la mañana, luego que desde hacía tres días no había dormido, pues se había quedado en algunos jardines. Fue entonces cuando llegaron dos policías que al parecer la estaban buscando, a quienes les pregunté más sobre ella, me dijeron que no estaba bien de sus facultades mentales, así que le quitarían a la niña, de la cual, el Estado se haría cargo, y que a ella la internarían en un manicomio.
3.- Cuando yo llegué a la fila, ya habían dos mujeres antes, esperando que el Director las atendiera. La primera en pasar fue aquella que dijo llamarse Rosa Elvira. Con amabilidad, la Secretaria la atendió y le indicó el pasillo por donde al final estaba la oficina del Director, quien, a decir de la Servidora, ya estaba enterado del caso y únicamente deseaba entrevistarse con la señora.
En cuanto la señora Rosa Elvira se encaminó hacia la Dirección, la mujer que estaba delante de mí se acercó a la Secretaria, ésta, que había puesto su vista en la pantalla del ordenador, ni siquiera levantó la mirada, así que la señora le preguntó qué a qué hora la podría atender el Director, ¿qué le quiere decir al Director? Preguntó la Servidora. Es que en la Guardería no me quieren aceptar a mi hijo, dijo la señora. Fue entonces que yo me percaté de que en sus brazos llevaba un niño de aproximadamente diez meses de edad. Ya le envié oficio exponiéndole mi caso.
Dijo la señora en tanto, la señora Rosa Elvira ya salía y se despedía. Entonces la secretaria tomó el teléfono y marcó a la Dirección, luego colgó y le dijo a la mujer: ya le comenté al Director de su caso, y me dice que tiene conocimiento de él, pero que no puede hacer nada, que si el personal de la guardería no quiere atender a su hijo porque tiene discapacidad, pues que él no puede obligarlos…
Comentarios