Walter González Álvarez homenajeado: Prensamérica Abre sus Trabajos en Ecuador / AVANCE GALA 2018

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Walter González Álvarez homenajeado por la Plana Mayor de Prensamérica / Durante la Gala PREMIO DR. ZENOBIO SALDIVIA 2018. Periodismo y Gestión 2018. 

10880145500?profile=RESIZE_710xWalter González Álvarez es entrevistado por Consuelo Vergara Torres VIcedecana de FACSO antes de la sesión solemne. 

EL ACTIVO HISTÓRICO DE LA FACSO CUENTA SU VERDAD A LOS 42 AÑOS DE FUNDACIÓN

Por: Consuelo Vergara Torres 

Es uno de los activos históricos de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil, laboró desde sus inicios en la Escuela de Ciencias de la Información cuando era adscrita a la Facultad de Filosofía; luego como Escuela de Ciencias de la Comunicación Social, perteneció al rectorado del Arq. Jaime Pólit Alcívar y recorrió con todos los bienes al Colegio República del Ecuador e Instituto Coello, cuando las autoridades alquilaban estos locales para que reciban sus clases los estudiantes de periodismo, en la década del 70, para definitivamente trasladarlos a su local propio en Urdesa.

Su nombre Walter González Álvarez, primer trabajador de servicio, fue muy querido por la mayoría de los profesores que dictaban sus clases en esta unidad académica, el personal administrativo y por decenas de alumnos que de una u otra manera requerían un favor de este hombre que se hizo a pulso hasta lograr su ansiado título académico.

Para conocer más, le preguntamos:

¿QUIÉN ES WALTER GONZÁLEZ?

Me describo como una persona sencilla, humilde que por cosas de la vida ingresó a un modesto cargo, el de conserje, cuando la Escuela de Periodismo se convirtió en Escuela de Ciencias de la Información y atendía a sus alumnos en la Facultad de Filosofía en una de las administraciones del Dr. Francisco Morán Márquez, padre del actual rector de la Universidad de Guayaquil.

¿CÓMO INGRESÓ A LABORAR EN LA ESCUELITA?

Manuel López Maldonado, administrador de esta escuelita, necesitaba una persona de confianza porque era un señor de avanzada edad y como me conocía me pidió que lo ayudara en las labores de limpieza de esta dependencia, así entré. Me presentó al Lcdo. Jorge Dueñas Cartagena que era el director y al Ab. Carlos Salazar Solórzano, secretario y les caí bien que solicitaron mi contrato por tres meses, antes de eso estuve sin percibir sueldo algunos meses, porque no había partida.

¿CUÁNTOS ALUMNOS TENÍA LA ESCUELITA?

Recuerdo que eran unos 30 o 40 en los 4 cursos y unos 20 profesores. Hoy la FACSO creo tiene más de tres mil estudiantes y una gran planta de profesores en sus tres carreras.

¿QUIÉNES NOMÁS LABORABAN?

Martha Cabrera Bautista, Marlene Astudillo Parker, el administrador López Maldonado, era una oficina pequeña, ubicada bajo la escalera en la planta baja de la Facultad de Filosofía, las clases se daban en unos galpones que quedaban donde actualmente está Facultad de Lenguas.

¿ES VERDAD QUE USTED SOLO CUIDÓ LOS BIENES EN LOS DIVERSOS TRASLADOS?

Así es, como eran pocas cosas, alquilaba un camión y salimos de la Facultad de Filosofía al República del Ecuador y de allí al Instituto Coello, para después a sus propios predios en Urdesa, gracias a Dios nunca se perdió nada.

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ACÁ TENEMOS AL MÁXIMO JERARCA DE PRENSAMÉRICA ECUADOR, WALTER GONZÁLEZ ÁLVAREZ, EN COMPAÑÍA DEL FUNDADOR DE DICHA AGENCIA INTERNACIONAL DE NOTICIAS, ROBERTO GONZÁLEZ SHORT.

¿QUÉ RECUERDA DE LOS PROFESORES ANTIGUOS?

Aquellos, me cogieron tanto cariño que los fines de semana salíamos a divertirnos, con todo respeto, el director Jorge Dueñas Cartagena, Manuel Arízaga Aguilar, Carlos Salazar, Humberto Alvarado Urrea, en fin viejos maestros, la mayoría fallecidos.

¿ALGUNA ANÉCDOTA?

Con el Profesor Hugo Delgado Cepeda (+), Lcdo. Jorge Dueñas Cartagena (+), Ab. Carlos Salazar Solórzano (+), Lcdo. Humberto Alvarado Urrea (+),  Marlene  Astudillo de Armanza, Martha Cabrera Bautista y Manuel López  Maldonado (+), fuimos testigos de las ruinas que quedaron del  “desplome” del edificio  que se estaba construyendo  para la Facultad de Ciencias de la Comunicación Social, en el año 1976, gracias a la invalorable ayuda del  Arq. Jaime Pólit Alcívar.

Habíamos dejado de pertenecer como Escuela de Ciencias de la Información adscrita a la Facultad de Filosofía, donde funcionamos después de sus inicios,  en el local de la Sociedad Filantrópica del Guayas, en 1947.

Gracias a Dios que esta tragedia no pasó a mayores ni hubo desgracias personales, solo se perdió millones de sucres en materiales y nunca se señaló a un culpable.

El Edificio en escombros fue donado a la Facultad de Psicología y ellos se encargaron de hacer lo que es hoy, una unidad ejemplo para la Universidad de Guayaquil.

CUÉNTENOS SU PEREGRINAJE

Momentáneamente nos prestaron un local para que funcione la secretaría, en los bajos de la Facultad de Ingeniería Química y empezó la “peregrinación”. 

Alquilamos el local del Colegio de Señoritas “República del Ecuador”, el “Instituto Coello”, hasta que pudo instalarse completamente en su propio complejo de edificios en Mapasingue, gracias a las gestiones de Carlos “Coquín” Alvarado.

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Ellos son los directivos de Prensamérica Roberto González Short, Walter González Álvarez y Carlos García Neira.

¿DÍGAME, CÓMO LLEGÓ COQUÍN A LA ESCUELITA?

Esto va dirigido a quienes falsean la verdad, vociferando que el Lcdo. Carlos Alvarado Loor, llegó armado a solicitar información y matricularse al Instituto Coello, donde la escuela de Ciencias de la Comunicación Social alquilaba espacios para el área administrativa y docencia, en las tardes y en la noche.

Muchos no conocían a Coquin, por eso cuando supieron quién era en realidad, empezaron con el chisme y el cuento para que no le otorgaran la matrícula al primer año, que era lo que anhelaba,  construir la infraestructura hacer la futura generación de comunicadores en una FACULTAD.

¿RECUERDA EL AÑO?

Corría el año 1978, ya había conocido mucho antes al joven líder estudiantil, cuando frecuentaba las oficinas del Partido Nacionalista Revolucionario, creado por el Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy y Aurelio y Cesáreo Carrera del Río, en el edificio de 8 pisos, en las calles Pichincha 829 entre Colón y Sucre, mi hermano Carlos (+) también lo conoció porque fue guardián en esa propiedad, pues laboraba para la Compañía de Construcciones Fénix, del señor Antonio Gómez Iturralde (+).

EN EL INSTITUTO COELLO

Un día, me dijo el interiorano que era portero del Coello: ¡Don Walter le anda buscando un señor, yo le dije que usted estaba haciendo trámites en la casona! “No te dijo el nombre, si viene me llamas yo estaré adentro”, le respondí.

Media hora después retornó esa persona, era nada más que Carlos Alvarado Loor y me dijo, “loquito te ando buscando, me han dicho que tú eres el hombre fuerte aquí en esta escuelita, yo quiero estudiar periodismo, ayúdame, que yo te ayudaré cuando esté adentro, esta escuelita yo la voy a engrandecer, al mismo tiempo que me ponía en el bolsillo de la camisa, un billete de 50 mil grandes y devaluados sucres”.

Él, en esa época andaba ruleteando en un taxi, ofreciendo ese servicio. Siempre fue frontal mientras dialogamos brevemente ¿No me conoces?... “No, le dije”. Me respondió, soy Coquin Alvarado, “Oh ya, le contesté, pero quien te envió donde mí; se te ve con más años y pelado; yo te conocí hace años cuando ibas al partido de Carlos Julio, aquí a unas cuadras, en Pichincha. Disculpa, tráeme los papeles que yo veo cómo te matriculo, porque acaban de dar la orden de que te nieguen la matrícula”. Efectivamente fue así: El Lcdo. Jorge Dueñas, Manuel Arízaga y Humberto Alvarado Urrea, dieron esa orden al personal de Secretaría, integrado por dos ayudantes de secretarias y un conserje, que era yo.

Bueno, tráeme urgente el acta de grado, copia de tu cédula, las fotos no porque te pueden reconocer, las traes después, la solicitud se la compra en la Casona, me la firmas y nada más. “Chévere, voy a mi casa y te traigo, mejor espérame mañana a esta hora, pero aquí afuera”, respondió.

LEGALMENTE MATRICULADO

Recuerdo que eso fue un día martes, el viernes ya le tenía la orden, y la obtuve un día cuando Martha había pedido permiso para una cita médica, quedándose Marlene. Ella, “no era complicada” y atendía bien a los alumnos. Le dije: “por favor señora Marlenita, deme esta orden que es para un amigo”, como nos llevábamos bien- hasta ahora- me atendió de maravilla y la tuve en mis manos.  En esa época la matrícula se cancelaba en la Casona. Llamé al convencional de su casa y le manifesté que ya tenía la orden para que la pague. Me dijo, ¡no, págala tú, todavía no es conveniente que me vean!

Al rato vino, me dio el dinero, cancelé la matrícula, la entregué en secretaría y la copia con el recibido, se la llevó.

EN BANDEJA DE PLATA

A los Alvarado, a ellos, a Coquin y su esposa, les entregué la escuelita “en bandeja de plata”, como se dice. Les llevé programas de estudios, horario de clases, lista de profesores, reglamento, estatutos y presupuesto, para que trabajen y consigan lo que querían para el futuro.

Si no hubiera sido por ellos, todavía estaríamos alquilando locales.

Los tres, nos reuníamos en su casa, cuando alquilaba una villa en las calles Acacias y Ficus, Urdesa, sin imaginarse que a pocas cuadras se levantarían los modernos edificios de la nueva era para la FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL.

SU LLEGADA A CLASES

Coquin, llegaba puntual y aplicadamente a sus clases, éste que está aquí, era guardián, conserje, mensajero, operador de mimeógrafo y supervisor que atendía a los profesores para indicarles horarios, aulas y controlar la asistencia, después fui operador de offset, en fin hacía todo los trabajos que me encomendaban, porque también colaboraba en las campañas para delegados estudiantiles de algunas facultades, cuando había elecciones de FEUE, AFU y LDU. No tenía horario fijo, sabía la hora de entraba, pero no tenía hora de salida.

Nunca bajé la cabeza, me gustaba mi trabajo, aprendía rápido, mientras que otros se aprovechaban, por ejemplo, después que aprendí a escribir boletines y reportajes, otros cobraban como jefes y yo era el que los hacía; cuando se compró la primera máquina de imprenta, enviaron a dos personas a “aprender” al extranjero y yo la operaba sin haber ido a Durán, pero nunca reclamé, porque siempre quise que vean mi capacidad y no ser un “lamebotas” para ascender.

TÚ VAS A TRABAJAR PARA MÍ

Cuando ya los oportunistas lo tenían cercado. Conversando me preguntó: “loco, yo quiero que trabajes para mí, que publiques todo lo que yo hago, quiero que seas periodista. ¿Hasta qué año estudiaste?... Estuve en el Cinco de Junio y en el Seis de Marzo, hasta tercer año, le manifesté. “Mañana mismo vamos juntos para matricularte, y tengas tu título de bachiller y después, te matriculas en FACSO, pero dime apenas llegue a la Facultad, apenas me baje del carro”, ya estábamos en Urdesa.

Efectivamente así fue; fuimos al colegio y al revisar mis notas, le dijo al rector Medardo Chano Mora (+), hermano, “este pana trabaja conmigo, él ya es periodista, colabora para los diarios Meridiano, La Segunda y La Tercera, quiero que lo ayudes a que termine el bachillerato, para que continúe en la FACSO”.  Así completé mis estudios y recibí mi ansiado título de Bachiller e ingresé a la FACSO, después.

NO PARAS DE SORPRENDERME

Para ayudarme con un poco más de dinero, imprimía todas las materias de primero a cuarto año y las vendía a los alumnos.

Coquin, me ve haciendo este trabajo en un escritorio grande que había a la entrada del Coello, me llama a un lado y me dice: “Oye loco tu no paras de sorprenderme, quiero que me presentes al pana que hace este trabajo; pero, ahorita…” ¡Soy yo!, le respondí, yo escribo, las imprimo en el mimeógrafo, las grapo y las vendo a 5 sucres, cada materia.

“No hermano, vamos haciendo negocio, todo lo que hagas me las vendes a mí que yo las obsequio a los estudiantes…” Bien mandado con esa oferta, tenía mi billete seguro sin tantos problemas… Por allí asomó Alfredo Vera Mejía, quien las vendía y como no laboraba para la UG, colaboraba diariamente para su manutención, pues, con sus hermanos habían llegado de Pichincha, provincia de Manabí. Después llegó, Pablito Barre. Hasta que Coquin, los contrató.

Con esto y como al estudiantado le gusta todo a “vaca”, la popularidad de Coquin subió como la espuma, recordemos que no estábamos en la ciudadela universitaria, era pleno centro de la ciudad, con jóvenes y mayores de diversas clases sociales.

No estoy diciendo que fui yo quien “lo hizo” a Coquin, él ya era conocido mundialmente, sino que, por algunos años, vivió en algunos países y el último fue Chile, y cuando le robaron el poder a Salvador Allende, tuvo que salir, porque Pinochet, lo buscaba para meterlo preso.

Hacía tremendas fiestas del novato con conjunto musical, en las elecciones se entregaba buena comida y se hizo amigo de todos, designaba y apoyaba a los candidatos a la Asociación Escuela de Comunicación Social y delegados al Consejo Universitario, “algunitos” se quedaron de profesores por su “aprovechamiento”.

Tiempo después, se gradúa de Licenciado con las mejores calificaciones y se queda de profesor de planta, su esposa Alba Chávez (+) era encargada de la Secretaría y la doctora Cumandá Gamboa de Zelaya (+), la directora.

Después cuando el Honorable Consejo Universitario aprobó la creación de la Facultad de Comunicación, Alba Chávez fue la primera decana titular; Coquin, segundo al mando y empezó el cambio.

CAMBIO REAL DE LA FACULTAD.

Coquin siempre fue un hombre luchador, consiguió los terrenos para la FACSO, en URDESA, implementó la imprenta, cámaras fotográficas y de televisión para las prácticas de los estudiantes.

Su otro sueño, fue construir un moderno centro de convenciones, en el espacio que está hacia el bar, pero algunos resentidos, mediocres y vagos, después de su muerte, desaparecieron hasta la maqueta y los planos.

De aquellos estudiantes, algunos merecieron la cátedra, pero otros ni en sueño de perros debieron permanecer. Entre los maestros nacionales y extranjeros, me gané el afecto y la consideración de todos ellos, porque les ayudaba con sus contratos de trabajo, hasta que obtuvieron su nombramiento.

Igual para compañeros empleados y trabajadores, pero también destaco la calidad humana de Coquín, quién preocupado por todo su personal, les dio vivienda para que vivan dignamente y cerca del trabajo.

Una cosa que debo aclarar, a mí Coquin, no me llevó a trabajar como mucha gente dice de los “coquinistas”, cuándo él llegó, yo ya estaba allí,  hace 6 años.

CUÉNTEME EL DÍA QUE SE “TOMARON” EL COELLO

Un día, Coquin quiso renunciar a su dignidad de sub decano y enseguida pensamos en hacer algo para que decline esa actitud. Fue así que Freddy Noboa, actual miembro del Consejo de Facultad, el viejo Nico y yo, decidimos “tomarnos el Coello”, exigiendo al portero de este colegio nos entregue las llaves, y hacíamos escándalo como que dentro del centro educativo había unas veinte, treinta personas o más, que solicitábamos la inmediata presencia del Lcdo. Carlos Alvarado Loor, para dialogar.

Como no quería acceder a nuestra petición y la prensa guayaquileña hacía eco de la pérdida de clases en ese centro educativo de prestigio, de doña Jacinta Coello de Pinto (+) paralizamos por dos días las actividades, hasta que se acercó y dijo: “todo está bien, no renunciaré, pero entreguen el colegio para que las chicas de la secundaria vuelvan a clases”.

Seguidamente abrimos la puerta principal de estas instalaciones y ¡oh sorpresa!, cuando nos vio, un poco molesto nos dijo: “este par de…solos han estado adentro y nosotros pensando que había muchos estudiantes”, soltó una sonrisa y todo volvió a la normalidad.

¿CÓMO SE CONOCIÓ CON JAIME PÓLIT?

Un sábado bauticé a mi segunda hija, de otro compromiso, y los padrinos fueron Jaime Pólit Alcívar y su esposa, porque eran conocidos de mi suegra, que había laborado con ellos y vieron crecer a Jaime Junior y Álex. 

Coquin se enteró, me llamó a un lado, como siempre: “oye loco por qué no me has invitado al bautizo, yo quiero que me presentes a Jaime Pólit para hablar sobre lo que quiero hacer y sé que le va a gustar, dame la dirección que yo te caigo”.

Le manifesté que por favor vaya solo, porque la casa del suburbio era muy pequeña y pobre, no entraba mucha gente, entró y sus “amigos” le esperaron en el carro. Llegó como a las 9 de la noche, le presenté a Jaime Pólit Alcívar, rector de la Universidad de Guayaquil, y de inmediato hablaron largo como que se hubieran conocido toda la vida.

Es que Coquin poseía una labia que convencía a cualquiera, testigo de este encuentro, es mi amigo, profesor y fotógrafo jubilado Ricardo Verdesoto, que fue contratado para que tome las gráficas del recuerdo, y en donde él también aprovechó este encuentro para plantearle que se haga realidad un laboratorio para el revelado de fotos de los diferentes actos universitarios y no tener que pagar a la KODAK, el rector aceptó y los dos salieron contentos.

Así fue el inicio de esa amistad entre el Lcdo. Carlos Alvarado Loor y Jaime Pólit, que duró hasta la muerte.

Coquin prometió desde el inicio que esta escuelita, la tenía que engrandecer y ¡lo cumplió!!

Hasta en la despedida final, tuve la oportunidad de ayudar a su familia, con los trámites, eso queda en mi mente y en la de sus hijos, el actual decano de FACSO y su hija, porque Carlitos era pequeño.

Y no estoy sacando en cara, como podrían argumentar aquellos “fieles seguidores”, los que lo abandonaron en una de las elecciones para rector que se desarrollaba en el Coliseo Cerrado Voltaire Paladines Polo.

Sus enemigos le escupieron y lo vejaron, cuando los llamado a protegerlo estaban fuera del recinto. Pero él, caminando tranquilamente, se dio cuenta, que estaba a pasos de una de las escalinatas de salida, sacó su arma amedrentó a quienes le gritaban de todo, salieron despavoridos y se esfumaron. Las elecciones finalizaron sin más inconvenientes. Así era Coquin.

MI TRASLADO A OTRA DEPENDENCIA

Después de permanecer por espacio de 26 años ininterrumpidos, desde 1972, entre la pequeña escuelita con pocos profesores y unos 40 alumnos, y después en la FACSO, con más de 3000 estudiantes, me enviaron a órdenes del Ab. León Roldós Aguilera, rector de aquel entonces, para que decida mi porvenir.

Fue por un incidente entre el Ab. Xavier González y el Lcdo. Humberto Alvarado Urrea (+), del cual fuimos testigos muchos de los que estábamos celebrando el Día del Padre, en la Facultad.

Dicho sub decano, después de haber sido mi amigo, me tildó de “traidor a la amistad” y solo porque no accedí a declarar en contra del también profesor y compañero Xavier, argumentando que le había faltado el respeto.

Es que ciertas personas, cuando llegaron a este cargo, se creyeron más que el decano y empezaron a relucir su maldad en contra de quienes laborábamos allí.

Otro quiso hacer cancelar sin ton ni son a algunos empleados administrativos, porque según él “no teníamos funciones”, y se hizo el suizo, diciendo al rector que no me conocía, cuando le dije que yo sí y desde que era estudiante.

Creo que, si Coquin hubiera estado vivo, jamás hubiera permitido el cambio, pero desgraciadamente murió en 1992 y este vergonzoso asunto donde perjudicaron mi hoja de vida, fue en 1999.

Como no hay mal que por bien no venga, llegué a la Coordinación de Posgrado, al mando de un científico como el Dr. Rodolfo Rodríguez Carrión (+), como Coordinador Administrativo y terminé mi relación de dependencia después de 14 años, también ininterrumpidos y como Administrador, completando 40 años en la UG.

Y durante este tiempo fui: primer trabajador en la escuelita y FACSO, primer delegado al Consejo Directivo, primero a Junta de Facultad y primer empleado del Consejo de Posgrado hoy Unidad de Posgrado Investigación y Desarrollo.

SUS PALABRAS FINALES

Gracias a usted, señora Vicedecana, con lo aquí narrado rindo mi homenaje al amigo, al decano, de quien aprendí bastante, pues, siempre que escribía, me le ponía detrás del asiento, y me decía “loquito, nunca te me pongas detrás que me pones nervioso, quieres aprender, siéntate a mi lado”, y de verdad que aprendí, quizás el único que lo hizo, porque “otritos”, no generalizo, ni para eso sirvieron y vegetaron hasta jubilarse después de años de incesante “trabajo”.

Ojalá tuvieran la oportunidad de tener los huevos y gratitud para escribir y agradecer lo que este hombre hizo por la mayoría de los que trabajamos en esta unidad académica, gloriosa en sus inicios, pero quienes continuaron después de su muerte, traicionaron los ideales de progreso y bienestar, y solo sirvieron para beneficiarse gracias a los dimes y diretes.

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