Por Prof. Miguel Ángel Rugel Sono
A pesar del estado pandémico que estamos afrontando, nuestra amada ciudad de Guayaquil, para propios y extraños, sigue siendo la mejor del Pacífico, aunque todavía existen controversias sobre su fecha de fundación. Es el centro comercial de mayor actividad de nuestro país, como también una población con grandes e importantes empresas, con destacadas instituciones públicas y privadas y con centros de educación inicial, básica, bachillerato y superior.
Nuestra amada ciudad de Guayaquil, es una gran realidad de que siempre ha existido y progresa entre sus leyendas y tradiciones, porque ha sido, es y será cuna de eminentes personajes de vida social, política, cultural, deportiva y artística que con sus aportes de creatividad la glorificaron a nivel de país y América; y, por ende la glorificarán.
Nuestra ciudad de Guayaquil, la Perla del Pacífico, aunque sufrió los horrorosos ataques de los piratas, así como las epidemias y los incendios, con el sacrificio de sus habitantes logró sentar las bases de una ciudad destinada a convertirse con el tiempo en el centro de la economía ecuatoriana, y no minaron el espíritu de lucha de sus hijos por edificar una Guayaquil pujante; decididos a hacer historia y que ésta la ubique en un sitio preponderante de la realidad nacional e internacional.
Por nuestra amada ciudad de Guayaquil, nos corresponde la absoluta responsabilidad de ayudar al bien social, siendo la aportación cívica, colaborando con todo anhelo de ornato y seguridad, siendo ese aporte generoso para que viva siempre en familia y no pierda su condición de hospitalaria y fraterna, y siga siendo la mejor del continente.
Hoy, más que nunca, nos llenamos de gloria, orgullo y honor, por ser nuestra amada Guayaquil el puerto más importante de la Costa del Pacífico, así como ser libre e independiente gracias al esfuerzo, sacrificio y cuidado de sus propios hijos e hijas, guayaquileños por siempre.
¡Viva Guayaquil, carajo!
Abrazos y bendiciones.
Hasta pronto.
